A la mañana siguiente, nos levantamos temprano para irnos a la casa de Mr. Jefferson. Teníamos que buscar a los niños para llevarlos a la escuela. Mr. Jefferson estaba preocupado por lo que había sucedido anoche.
—Te lo dije bien claro, Akira.
—No se preocupe, Mr. Jefferson. Akira viene en paz. ¿Dónde están mis hijos?— le pregunté.
—Están en su cuarto.
Busqué a los niños, teníamos que llevarlos al apartamento para que se vistan para la escuela. Ambos saludaron a Akira y nos fuimos a mi apartamento. Antes de irnos a llevarlos a la escuela, vi a Lin con el dedo del medio mostrándoselo a Akira.
—¿Y ustedes dos que se traen? Lin, ¿qué sucede contigo? Respeta a papá.
—Él empezó, mamá — miré a Akira y se veía confundido.
—Yo no hice nada.
—¿Es un saludo nuevo? ¡Compórtense los dos!—Ambos miraron a otra parte. La misma cara que ponen los niños cuando hacen algo mal y los regañan —. Tu eres el adulto, Akira.
—Lo siento.
—Ustedes dos van hablar cuando regreses de la escuela, Lin.
—Esta bien, mamá— necesito que arreglen su situación.
Llevamos a los niños a la escuela y Akira me dejó en el trabajo.
—Si se aparece Kanji por aquí, busca la manera de que considere la propuesta. Usa esos encantos divinos que tienes —llevó su mano a mi mentón.
—Esta bien, lo haré.
—Mientras tanto, iré buscando tu nueva identidad y buscando una casa adecuada para que según tenga los papeles de tu nueva identidad, poder comprarla. Según tengamos contacto con Kanji, vas a renunciar a este trabajo, ¿Entendido?
—Entendido.
—Y algo más— me besó antes de bajarme del auto; de esos besos que dejan a uno con ganas de más. Siempre lo hace a propósito.
Pasaron tres días. Akira hizo las paces con Lin o eso aparentan. Kanji apareció está mañana y me invitó a almorzar para hablar del asunto. No le había dicho exactamente lo que quería, pero aún así, accedió a hablar. Al mediodía me buscó y me fui con él a un restaurante. Quise evitar las formalidades y fui directo al asunto. No expliqué detalles, solamente le dije todo lo que me había dicho Akira que dijera.
—¿Un trato con el enemigo? Me pregunto en qué puede estar pensando Akira. ¿Por qué haría algo como eso?— preguntó incrédulo.
—Dijiste que querías ayudarme, ¿No es así?
—A ti sí, pero a él no.
—Los tres podemos beneficiarnos de esto, Kanji. Cada quien con su objetivo y felices los tres. El enemigo hay que tenerlo cerca. ¿No sería entretenido pasar un buen momento juntos?
—¿Cómo podría hacer un trato con alguien que mató a mi hermano y mi sobrino? Tu cambio me demuestra que están planeando algo grande. No es normal que seas tan directa, ni mucho menos que me trates con tanta confianza. Hace tres días estabas molesta conmigo.
—Porque necesito de ti, Kanji. ¿Sería malo que te utilice?
—Me gusta tu actitud, me entran ganas de escuchar la propuesta de Akira, y aún más sabiendo que te voy a tener más cerca.
—¿Podrías hacerlo?
—Eres muy buena manipulando con esa mirada tan inocente, a cualquiera lo tendrías a tus pies. ¿Qué me darás a cambio?
—¿Qué otra cosa mejor que tener que esforzarme a ver tu repugnante cara todo el tiempo? ¿No es demasiado el autocontrol que tengo que tener? — Kanji sonrió.
—Me gusta que me traten mal, aumenta mi interés, lisa— me encaró—. Haré un esfuerzo de controlarme para no besar esos labios tan lindos que tienes, pero no te prometo nada — desvié la mirada por lo incómoda que me sentía.
—Podemos ir juntos, ¿Te parece?
—Solo espero que no traten de hacerme una mala jugada, lisa.
—Yo iré contigo. Akira no tratará de hacerte nada si estoy ahí. Estoy cansada de sus muertos, créeme, no lo permitiría.
—Lo dice la mujer de el famoso Akira, alías el demonio traidor— rio—. Debes confiar demasiado en él, para pensar que no haría nada.
—Él no romperá su palabra. A pesar de ser como es, cumple con sus promesas; al menos con las mías.
—¿Quién sería tan idiota de no cumplirle a una mujer como tú? Hasta el cielo te bajaría — será demasiado incómodo tener que lidiar con este imbécil.
Llamé a Akira y me dio un punto de encuentro para los dos. Un lugar algo público para que Kanji estuviera tranquilo y pudieran hablar bien del asunto.
—Vaya, tengo el honor de conocer en persona al famoso Akira— dijo Kanji al verlo.
—Aqui me tienes. Evitemos las formalidades, debes de ser igual de impaciente que yo — Akira explicó sus planes y Kanji lo escuchó atento.
—¿Por qué tendría que ayudarte luego de lo que le hiciste a mi hermano y sobrino?
—Porque te importa una mierda vengar a ninguno de los dos. No me creas tan pendejo como para creerte esa venganza tan absurda. Si te acercaste es porque lo más probable necesites también mi ayuda. Ambos nos vamos a beneficiar de esta tregua. Yo más que nadie quiero matarte, pero estoy controlando ese impulso. ¿Te cuesta tanto hacer lo mismo?
—Ya veo que si eres inteligente como dicen, Akira. Me gusta y estoy de acuerdo con la tregua y los planes, pero más porque esa chica esta de por medio— Kanji me miró de reojo.
—No creas que se me ha olvidado el hecho de que tienes los ojos en mí mujer, cabrón. Te sacaría los ojos y te los haría comer de ser posible, pero ahora los tres necesitamos de cada uno, así que trataré de controlarme— Akira sonrió entre dientes y ambos se dieron un apretón de manos fingiendo una sonrisa.
Luego de ese encuentro pasaron cuatro días. Renuncié al trabajo el mismo día de ese encuentro. Akira ya tenía el plan más organizado. Ya había conseguido la nueva identidad y compró una casa a las afueras de la ciudad. Solo la he visto por fotos, desde hoy estaríamos mudándonos los niños y yo para allá. Akira me mandó a estudiar todo sobre esta nueva identidad que tendría que asumir ahora.
—Esta mujer es todo lo contrario de mi, Akira. ¿No pudiste conseguir una mejor?
—Esa es la idea, que sea un reto para ti. Muero por ver y conocer esta nueva persona, lisa. Sabes que tienes que hacer todo exactamente como esa chica. Sus gestos, su forma de ser, debes vivirte ese papel.
—¿Dónde está la verdadera?—Akira sonrió.
—Eso no importa. Tú encárgate de transformarte en ella, yo me encargo del resto. Sé que puedes hacerlo, princesa.
—Esta mujer es demasiado, Akira. Todo el mundo le tiene miedo.
—Si, más bien le tienen respeto. Es una mujer de negocios, no tiene lástima de nadie, mata a quien sea por conseguir lo que quiere, insulta y humilla a quien la hace enojar, es inteligente, ambiciosa, carácter fuerte, desconfiada, no tiene familia, no tiene amigos, su especialidad es el lavado de dinero.
—¿Lavado de dinero?
—Si, en el bajo mundo la conocen como Madam Ley, no te preocupes. Te ayudaré para que aprendas. Vas a entrar más de lleno a este negocio.
—¿En qué estabas pensando, Akira? Yo no tengo ese carácter ni nada de lo que tiene ella.
—El tuyo es peor cuando te enojas, hasta te he tenido miedo en ocasiones. Lo tienes bien guardado, corderito— rio descaradamente—. Todo lo que ves en esos papeles es nada, comparado a todo su pasado oscuro. Yo estaré contigo en todo momento, mi reina. Tu entrada a su empresa debe ser maravillosa. Te daré cinco meses para que memorices todo y en especial para que te conviertas en ella. Desde hoy ya dejarás de ser Lisa Xiao para convertirte en Leiko Tsukino, mejor conocida como Madam Ley— rio.