—No tienes que quedarte, solo necesito descansar y quedarme quieta por un rato. Tienes trabajo que hacer.
—No, no me voy a ir.
—Pero, ¿y tú padre?
—Tu eres más importante, de ese me encargaré luego, no tengo prisa.
—Siento mucho que hayas interrumpido todos tus planes por mi.
—Eres una tonta, por esas cosas me dan ganas de matarte. Tu eres mi mujer y eres mucho más importante que nada. Ahora mismo la venganza me importa un huevo. Solo quiero estar junto a ti, así que no digas pendejadas y descansa—no debí decirlo.
—Lo siento— bajé la cabeza.
—¡Tonta! — besó mi cabeza. Nos quedamos por un rato así. Todo ha sido inesperado y doloroso para los dos. Estoy luchando dentro de mi por aguantar la tristeza que siento y no mostrarla, porque sé que Akira se está esforzando también.
Akira se quedó conmigo hasta la mañana. Me dieron de alta y me llevó a la casa. Al llegar, me ordenó que me acostara, trajo a Kaori a nuestra habitación y nos quedamos los tres juntos por un rato. Ha estado muy al pendiente de todo, no durmió en toda la noche. Se mantuvo a mi lado en todo momento y aún hoy lo hace. Pensando en todo eso y lo que ha pasado, Akira removió el pelo de mi rostro, llevándolo a mi oreja, me asusté pues estaba ida en pensamientos.
—¿Puedes oler eso?—
—¿Qué cosa?
—Puedo oler y ver el humo saliendo de tu cabeza, ¿Qué has estado pensando?
—Lo siento— me encaró.
—Te ves tan hermosa— se acercó a mi oreja y la mordió.
—¿Qué haces?— me dio escalofrío en todo mi cuerpo.
—No planeaba hacer nada, relájate — su mano la bajó a mi brazo, acariciando todo a su paso.
—Eso da cosquillas.
—Ah, ¿Y por aquí?— me hizo cosquillas por debajo del brazo.
—Akira, no— sentía mucha cosquilla y no podía evitar reír.
—¿Ves, Kaori? Tu mamita le da cosquillas también. ¿Deberíamos atacarla los dos a la vez? — miró a Kaori y le hizo suaves cosquillas con su otra mano. Kaori se veía feliz y risueña. Estuvimos riendo por un tiempo, Akira no paraba de hacerme cosquillas. Sin darme cuenta había olvidado todo por ese momento, estoy segura que lo hizo con esa intención.
—Termina el trabajo, Akira— le pedí. Quiero que termine con esa carga que lleva tantos años cargando.
—No me voy, lisa.
—Por favor, haz que valga la pena todo lo que vivimos ese día. Estoy segura que aún no ha hablado de mi hermana, pero sé que no lo hará. Creo que lo mejor será que la busquemos por nuestra cuenta.
—Ya lo había pensado. Luego de todo lo que hice, se niega a hablar, pero no quiero quedarme con esa espina enterrada. Tengo que buscar la forma de hacerlo.
—Por favor, tienes que ir para que puedas sentirte aliviado de esa carga de tu padre. Quiero que podamos tener una vida tranquila de ahora en adelante.
—No voy a dejarte sola.
—No seas terco, lo que pasó no fue por haberme dejado sola. Hubiera pasado igual; aunque hubieras estado aquí. Hazle pagar por todo lo que te hizo, Akira. Quiero que puedas ser libre de ese pasado tan desgarrador que tuviste. Hazlo por ti, por tu madre, por nuestras hijas, y por mi. Te lo pido.
—Mierda, ¿Por qué complicas más las cosas?
—¡Por favor!— le supliqué, sujetando su mano. Se quedó en silencio y pensativo por un rato, hasta que se decidió.
—Bien, pero quiero dos cosas a cambio—¿Qué podría querer?
—¿Qué sería?
—Que me llames si te sientes extraña o lo que sea. Volveré rápido, ¿Entendido?
—Si, y lo otro?— se quedó mirándome fijamente y me besó sin aviso.
—Que te cuides y la cuides— mi corazón se aceleró, de todas las veces que me ha besado, el haber sido inesperado provocó mucho en mi.
—Lo haré, Akira — mi voz se escuchaba extraña, me dio vergüenza que mi respiración estuviera acelerada solo por eso. Akira no tardó en darse cuenta, por lo que sonrió maliciosamente.
—Regresaré pronto— acarició con su pulgar mis labios y besó mi mejilla. Salió de la habitación y no podía pensar en otra cosa que no fuera que regresara, pero sé que tiene cosas que resolver y no quiero ser un estorbo.
Akira
—¿Hiciste lo que te dije?— le pregunté a Jefferson.
—Si, hijo.
—Oh, veo que te divertiste sin mi presencia.
—¿Cómo está lisa?
—Perdió al bebé.
—¿Qué?
—Vamos a terminar lo que empezamos, no veo la hora— seguí caminando.
—Quien te viera, padre. Das lástima. ¿Disfrutaste con los muchachos y la rata? No sabía que Jefferson te odiara tanto— reí.
—Lastima vas a dar tu cuando te despedacen, Akira. No soy el único que quiere tu cabeza— dijo mi padre, en un tono débil y bajo.
—Que venga quien quiera. Si hablas de mis hermanos y hermanas, no será un problema. Te harán compañía en el infierno igual. Vaya que le diste mucho uso a tu amiguito. Lástima que ya no tienes ninguno— reí—. Ya que no dirás una sola palabra sobre la hermana de mi mujer, supongo que tendré que cortarte la lengua, así guardarás silencio mientras te despedazan— sujeté el machete y lo acerqué a su boca, él solo reía.
—Esa chica está igual de cogida que la tuya, parece que corre en la sangre ¿eh?— rio.
—Oh, ¿es un chiste? No le veo la gracia, padre. ¿Cuánto interés has tenido como para investigar sobre mi esposa también? Está charla ha llegado a su fin. Nadie habla mal de mi mujer frente a mis narices. Jefferson abre su boca— le ordené
—Aún si lo haces, no cambiará el hecho de que maté a tu madre, tampoco la vas a revivir con esto. A la que me mates y llegue a los oídos de mis hijos, vendrán a cazarte a ti y a tu esposa—dijo. Jefferson le abrió la boca.
—Está asquerosa lengua que has usado para soltar veneno y herir a mi madre, me encargaré de hacerla pagar—fui cortándola lentamente y luego la tiré. Estaba haciendo ruidos y retorciéndose en el suelo, casi sin nada de fuerzas. Era mucha la sangre que salía de su boca, estaba casi al otro lado. Ha perdido mucha sangre.—. Ni siquiera los perros la quieren. No te vayas a desmayar ahora, tengo que ir cortando y sirviendo la comida. Llevan mucho esperando y no sabes cuántas ansias tienen de devorarte— reí—. Veamos, tus brazos tienen algo de carne para ellos— corté lentamente una porción de su brazo—. No es la primera vez que rebano un cerdo, pero tu olor es despreciable. — sus sonidos de desesperación, me hacía sentir algo satisfecho, pero no del todo.
Recuerdos
—¿Cómo te fue en la escuela mi amor?
—No sabes cuánto la amaba y tú me la arrebataste, papá. No hubiera querido un padre como tú, pero eso me tocó. Fuiste su peor desgracia. Me convertí en esto por tu culpa. Yo no pedí nacer, pero ella se sacrificó por mí, algo que tú nunca hiciste. Me quitaste lo más sagrado que tenía y eso no te lo perdonaré nunca.
Recuerdos:
—Quiero ser un héroe, mamá.
—Puedes ser lo que tú desees siempre y cuando te lo propongas, cielo.
<Y en esto me convertí madre, te fallé>
—
¡Te odio!—rebané otra porción de su vientre y la tiré.
Recuerdos:
—¿Por qué mamá no se mueve? ¿Por qué está tan fría? Por, ¿qué le pasa a mamá?
—Estaremos juntos por siempre, mamá, lo prometo.
<Mentira, mentira, y más mentira>
<Te volví a fallar>
—No me siento satisfecho con esto. Jefferson, trae a los perros.
—¿Estás seguro, Akira?
—Si— me levanté del suelo y caminé a otro lado de la habitación.
—Me dices cuándo, Akira.
Recuerdos:
*Sonido de un disparo*
Eres un niño bueno, no seas como tú padre.
—Hazlo— ordené.
Presencié como esos perros devoraban con tantas ganas a mi padre, pero muy en el fondo no me sentía satisfecho del todo. Esto era lo que tanto deseaba, ¿Por qué no puedo estarlo?
<YA ES MUY TARDE, MADRE, LO SIENTO, PERO ¡TE HE FALLADO OTRA VEZ! >