Pasó un mes y medio para que a Akira le dieran de alta en la clínica. Su terquedad y su actitud de niño malcriado, provocó que el doctor no quisiera seguir su recuperación de cerca. Cuando dice ser así, no hay quien le quite su mal humor.
Akira compró una casa nueva y mandó a Jefferson a vender todas las que tenía, ya que no podíamos volver a allá. Ha estado queriendo desarreglarse en todos los sentidos. He tenido que estar luchando para que controle sus hormonas, ya que desde ese día que estuvimos haciendo eso en el baño, ha estado queriendo más.
Se le ha ocurrido la estúpida idea de volver a su negocio, aún sin estar completamente recuperado. Es muy terco. Me ha pedido que sea su asistente en esta nueva empresa, aunque no quiere que tenga contacto directo con ninguno de sus empleados. Desde que pasó el suceso de Keita, no ha querido que nadie se me acerque. Está más sobreprotector que nunca. Ni siquiera ha querido hablar del tema de Keita. Al mencionar algo, él solo cambia el tema. Conociendo a Akira como lo conozco, estoy segura que Keita no puede estar ya respirando. Sé que ha sido muy doloroso para él está situación. Él se refería a Keita como el mejor empleado de confianza que tenía, jamás esperó su traición.
Han pasado varias cosas, no he visto a mi madre desde el día del hospital. Pude hablar en ocasiones con ella por teléfono, gracias a Mr. Jefferson, al parecer le va bien trabajando para él. Han estado muy unidos esos dos últimamente. No es que me dé celos, todo lo contrario, pero no es normal que mamá haya aceptado irse a la casa de un desconocido así como así. Luego de lo que pasó con mi padre, creo que merece ser feliz, si es que ese fuera el caso.
Akira ha estado comprando cosas para el bebé. Aún falta mucho tiempo, ni siquiera se me ha marcado mucho la barriga, ni sabemos el sexo del bebé; aunque no hay quien le quite la idea. Mañana comienzo a trabajar junto a él en la famosa empresa de ventas en San Francisco. La idea no me agradó porque me hace recordar mucho lo que pasó con Yuji. Empezar de cero en otro lugar, no me hace muy feliz que digamos; tampoco tengo la experiencia suficiente para trabajar en un lugar así nuevamente. Sé que todo esto lo hace porque quiere vigilarme de cerca.
—Akira, ¿Será que podemos ir a la casa de Mr. Jefferson? Quiero ver a mi mamá, no la he visto hace tiempo.
—Llamaré a Mr. Jefferson después para ver dónde está, pero ¿Por qué no vamos a la cama ahora?
—No comiences con lo mismo, Akira. Te has desarreglado lo suficiente como para que sigas buscando más.
—Me has estado evitando todo este tiempo, me provocabas cuando estaba en el hospital y ahora que estoy mejor me rechazas— se acercó.
—No sigas, no voy a ser testigo de que sigas jugando con tu salud. Será mejor que duerma en otro cuarto— intenté irme evitando la situación, pero Akira me haló el brazo.
—¿Tienes que ser tan drástica, corderito? ¿Acaso no extrañas a tu esposo? Has estado muy sensible últimamente, preciosa, ¿Son esos cambios por el embarazo?
—Siempre es lo mismo contigo. No aceptas nunca un no como respuesta. Siempre quieres hacer lo que quieres, no escuchas a nadie más.
—Creo que la falta de sexo te está nublando los pensamientos, corderito. No me gusta el tono que estás usando conmigo últimamente.
—A mí tampoco me gusta tu actitud. Has estado de mal humor, haciendo lo que se te da la gana y ni siquiera te has cuidado. Solo buscas sexo y sexo. ¿No piensas en nada más?
—El sexo es algo que lo disfrutamos los dos, no solo yo, ¿No crees? Al que le debería preocupar su salud es a mi, que soy el que siente y padece, no a ti, princesa. Yo sé cuando puedo hacer algo y cuando no — acarició mis labios con su pulgar.
—No sabes nada, te dejaron mucho tiempo en el hospital porque no te cuidas. ¿Quieres estar así el resto de tu vida?
—Esta conversación me tiene cansado— soltó mi brazo.
—La que está cansada de esta situación soy yo. No te soporto —me fui de la habitación dejando a Akira solo, sin pensar en las consecuencias que puede tener haber hecho eso.
Debe estar molesto, pero no me importa. Será mejor que me vaya a otra habitación, no puedo tener a alguien cerca que no le importa su salud. Me molesta su maldita actitud y mal humor. No pensé que Akira estaría en estas condiciones luego de salir del hospital. Ha estado más insoportable que nunca. Al rato de irme a otra habitación, tocaron a la puerta.
—Si vas a ir a ver a tu madre, ya es hora —su tono parecía molesto.
Diciendo esto, se fue caminando por el pasillo. Me levanté rápido para vestirme y arreglarme un poco. Han sido días muy complicados. Al bajar, ya Akira me estaba esperando en el auto, por lo que nos fuimos enseguida. No me dirigió ni una sola palabra por todo el camino y tampoco quiero que lo haga. Me sentía tan molesta, que no quería tampoco molestarlo más de lo que ya se ve que está. No sé lo que esté pensando, pero siempre a sido alguien impulsivo, no sé lo que haga conmigo por haberle subido la voz y por decir todo eso. Me causa algo de temor saber que está molesto conmigo.
Al llegar a la casa, pude ver a Mr. Jefferson y a mi madre esperándonos en la entrada. Me bajé del auto rápidamente para ir a abrazarla.
—Lisa, con calma. Ya ves que estoy muy vieja —dijo mi madre con una expresión de dolor.
—Lo siento, mamá. ¿Cómo has estado?
—¿Por qué no vamos dentro?—preguntó Mr. Jefferson.
—Gracias por recibirnos, Mr. Jefferson—le dije.
Akira estaba caminando lentamente a la entrada, supongo que no necesita mi ayuda de igual manera. Entramos a la casa y nos sentamos en la mesa. Mr. Jefferson quiso que cenaremos con ellos, así que accedimos. Akira no ha dicho ni una sola palabra y ha puesto su mejor cara para evitar que sepan que está molesto.
—¿Cómo les ha ido, mis amores?—preguntó mi madre mirándonos a los dos.
Akira no dijo nada y, bueno, yo solo respondí:
—Bien, mamá. Como todo matrimonio, supongo— fingí una sonrisa.
—¿Cómo está tu salud, Akira?— le preguntó mi mamá, y Akira fingió una sonrisa.
—Muy bien, señora. Su hija me ha cuidado muy bien— me miró, y desvié la mirada.
—¿Cómo han estado ustedes?— pregunté, refiriéndome a Mr. Jefferson y a ella.
—Ambos muy bien, hija. Mr. Jefferson ha sido muy amable conmigo. Me siento muy cómoda estando aquí.
—Como dice tu madre, todo ha ido muy bien. El tener a tu madre aquí ha sido una bendición. Tienes una hermosa madre, Lisa.
Me ruboricé al escuchar a Mr. Jefferson referirse a mi mamá de esa manera. ¿Será que tienen algo? Eran muchas las preguntas que quería hacer, pero no me atreví. Antes que pudiera decir lo que pensaba, Akira se adelantó:
—Entonces, ¿se gustan?— la pregunta tan directa de Akira, puso a todos a temblar.
Mi madre se quedó fría y ni se diga Mr. Jefferson. No pudieron responder, pero por la manera en que actuó mi madre, supuse que algo debía estar pasando.
—Akira, no tienes que preguntar algo tan incómodo — le dije, intentando cambiar el ambiente.
—Están muy adultos para tener que ocultar lo que sienten, ¿No crees, Jefferson?
Creo que Akira se está aprovechando de la situación para desquitarse conmigo de cierta forma. Todos se quedaron callados.
—Te estás pasando, Akira— gruñí molesta.
—Todo se quedará en familia. No tiene que ser algo malo está unión, lisa. ¿No lo aceptarías?— su frialdad me irritó aún más.
—Mamá, venimos otro día. Lamento que mi esposo no se sepa comportar —me levanté de la mesa y caminé fuera de la casa, dispuesta a irme caminando de ser necesario, pero escuché que Akira venía detrás de mí.
—Al auto— me ordenó molesto.
—Prefiero irme caminando, que montarme con alguien tan imbécil como tú— caminé para irme del lugar, pero Akira me sujetó el brazo y me metió dentro del auto a la fuerza.
—Arreglaremos esto cuando lleguemos— fueron las últimas palabras que escuché de él en todo el camino.