Kanji:
—Quiero que busques a su padre y le den una buena recompensa por ayudarme —ordené.
—Entendido, señor.
Lisa:
Al pasar el tiempo, entre pesadillas y sueños horribles, pude sentir que me faltaba el aire, lo que me hizo despertar de una pesadilla para ir a otra. Kanji estaba agarrando fuertemente mi cuello, no podía respirar e intenté moverme de lado a lado para que me soltara, pero era imposible.
—¿Cómo te atreviste a dormir luego de lo de anoche? Eso es descortés de tu parte— soltó mi cuello.
Buscaba la manera de respirar, me sentía muy agitada. Despertar de esa manera es lo peor.
—Aún no he terminado contigo, esta noche continuaremos con nuestro juego y, alguien más se va a unir a nosotros —rio.
—¿Akira?— pregunté agitada.
—Es un secreto—me hizo un guiño—. Come, te necesito con mucha energía para el próximo escenario que tengo preparado—diciendo esto, colocó dos platos en el suelo.
Me puse como pude de rodillas para intentar comer antes de que se la llevara.
—Mas tarde vengo para bañarte y espero que hayas terminado tu rica comida—salió de la habitación, y seguí comiendo rápidamente.
Todo mi cuerpo dolía. El estar de rodillas me lastimaba y una sensación de húmeda en mi vagina y ano percibía. Era realmente asqueroso.
Siento las ganas de ir al baño, pero no hay ningún lugar donde pueda hacerlo.
Me levanté como pude luego de un rato en el suelo y caminé a un lado de la habitación para usarla de baño. Me dolía demasiado poder orinar. Una sensación extraña y extremadamente asquerosa recorría por toda mi parte baja. El moverme y estar en esta posición me hacía sentir más dolor. La orina al ser ácida causaba más ardor en mi ano, tanto como en mi vagina. Una especie de líquido salía de mi interior y no podía distinguir que era, quise creer que fue el líquido extraño que colocó dentro de mí. No sé si pueda aguantar más de esto. Quiero salir de aquí.
Luego de terminar, me senté en el suelo cerca de la pared. De alguna forma me hacía sentir cómoda, que estar acostada en el suelo.
Un tiempo después escuché el sonido de la puerta, lo que me alertó y fijé mi mirada a la puerta. Eran dos hombres de Kanji. ¿Ahora qué les mandó a hacer? ¿Me matarán?
—No es justo que solo Kanji pueda disfrutar de eston—sentí sus asquerosas miradas encima de mi cuerpo desnudo.
No podía taparme, aún tenía mis manos estaban amarrados. Se acercaron a mí y me halaron por la pierna izquierda, tan fuerte, que me hizo caer de espalda al suelo.
—¿Qué es lo que quieren?—grité desesperada en llanto.
—Queremos disfrutar un poco contigo. No es justo que el señor sea el único que te coja y nos deje velando a nosotros—se pusieron de rodillas frente a mi, uno de ellos abriendo mis piernas y el otro bajándose el cierre del pantalón.
—¡Ayúdenme!—gritaba desesperada en llanto, pero el que me sujetaba las piernas, puso su mano tapando mi boca.
Pude sentir en ese instante el roce de su pene en mi vagina. En ese instante, escuché la puerta de la habitación abrirse.
—¿Salgo por unos instantes y ya estás llamando la atención de mis hombres? Parece que no fue suficiente lo de ayer. El olor a perra en celo emerge de tu piel, chiquita —dijo Kanji entre risas.
—Señor, no es lo que cree.
—No estoy hablando con ustedes. Continúen.
—¿Qué? ¿Nos dejará hacer esto, señor?
—¿No era lo que querían?
—Pero, señor usted…— los interrumpió:
—No se molesten por mi, yo solo veré lo que hacen. Pueden continuar—sacó el teléfono y comenzó a grabar.
Forcejeaba con lo que me quedaba de fuerzas, intentando evitar que pusiera su asqueroso pene en mi. Mordí la mano del hombre que tapaba mi boca.
—Ayúdame, Kanji, por favor —le supliqué en llanto, aunque sabía que a él no le iba a importar.
Las manos de esos dos asquerosos tocaban todo mi cuerpo. Por más que grité no dejaban de tocarme.
—Vas a sentir a un hombre de verdad—dijo uno de ellos con la intención de penetrarme en ese momento, pero escuché el sonido de un disparo y mi piel se erizó.
Cerré mis ojos al escuchar ese sonido que hacía eco en la habitación, y sentí como uno de ellos cayó encima de mí. Al abrir mis ojos, encontré a uno de sus hombres cara a cara a mí. Brotaba sangre de su boca en mi cuerpo. No podía evitar sentirme asqueada y con miedo. Dirigí mi mirada al otro hombre de Kanji, que estaba en una esquina de la habitación temblando del miedo.
—No me gustan las personas que no cumplen con mis órdenes— dijo Kanji, caminando lentamente hacia el hombre con el arma en la mano.
—Señor, usted nos dio la orden de que lo hagamos—dijo tembloroso.
—¿Y realmente lo creíste?— preguntó, y le disparó en la cabeza riendo.
Fijó su mirada en mi, mientras que se acercaba lentamente a donde estaba.
—Me obligaste a matar a dos hombres más. ¿Debería perdonarte?— se puso de rodillas a mi lado y agarró la cabeza del hombre, frotándola en mi rostro.
Podía sentir la sangre bajando por mi rostro. No pude aguantar más las ganas de vomitar. Vomité en el suelo y no podía dejar toser. Solo escuchaba su risa en la habitación.
—Debería dejarte en la habitación junto a estos dos para que te hagan algo compañía —diciendo esto, salió del cuarto dejándome en el suelo con el cadáver encima de mí.
El peso del hombre hacía fuerza en mi barriga, así que forcejeaba con todas mis fuerzas para tirarlo a un lado y, lo logré, luego de mucho esfuerzo. Me puse de rodillas y me moví hasta una esquina lejos de todo. Estaba en pánico. Sentía repulsión, el olor a sangre inundaba el lugar.
Akira:
—Localicé a Kaiza, ex compañero del padre de Kanji, ¿Qué debemos hacer, Sr. Akira?
—Busca a su familia. Conozco que tiene dos hijos y una esposa. Habla por las buenas o habla por las malas.
—Sí, Señor.
—Ese cabrón debe tener información de los negocios del padre de Kanji. Eran muy unidos para ese entonces. Quiero que los encuentres y los lleves a la bóveda, ahí me encargaré de lo demás.
—Como ordene, señor. Encontraremos a la señorita Lisa y la traeremos de vuelta, así sea lo último que haga, mi señor.
—Es todo lo que quiero. Si tan solo pudiera sacarla de donde quiera que esté.
Me sonó el teléfono y era un vídeo. Al bajarlo, vi a Lisa y dos hombres encima de ella.
—¡MALDICIÓN!— grité apretando fuertemente el teléfono.
—¿Qué sucede, señor?
—Intenta localizar este maldito teléfono ahora.
Lisa, perdóname. Por mi culpa estás pasando por todo esto, pero te juro que lo haré pagar, así sea lo último que haga.
Lisa:
No puedo estar tranquila, siento como si me estuvieran mirando. No quiero estar más aquí.
Me encontraba en pánico en una esquina con mi cabeza pegada a la pared. No quería mirar alrededor. Podía sentir manos tocándome. Tenía mucho miedo.
La puerta se abrió y escuché la voz de Kanji.
—¿Estás disfrutando de tu compañía?—se acercó y sentí que su mano me tocó—. Vamos a bañarte, estás toda sucia.
Agarró mi brazo fuertemente para llevarme arrastrada a la mesa. Hizo el mismo procedimiento, excepto que esta vez luego de recostarme sobre la mesa y lavar mis partes, comenzó a meter dos de sus dedos en mi vagina, y con su dedo pulgar frotaba mi ano lo que me producía mucho dolor y ardor. Aún no me he recuperado de la sensación desgarrante de mi ano.
—Parece que te gusta que juegue contigo de esta manera. Te has vuelto muy pervertida, chiquita. Primero me provocas, luego calientas a mis hombres y ahora disfrutas de que te toque. Eres un caso serio—cada vez que decía eso, entraba sus dedos más profundamente—. ¿Debería meterlo aquí?— preguntó retirando sus dedos y rozando su erección a través del pantalón sobre mi vagina.
—Por favor, eso no— intenté cerrar mis piernas, pero él estaba muy pegado a mí. No podía cerrarlas del todo.
Abrió violentamente mis piernas.
—Quédate quieta, perra —gruñó molesto, y se bajó el cierre del pantalón, dejando visible su pene.
No quiero esto. Si lo hace con mucha fuerza, puede hacerle daño a mi bebé.
—Hazlo en otra parte, ahí no—le rogué llorando.
—¿Me estás pidiendo que te coja por el culo? ¿Tanto te gustó?— burló.
No sabía que responder. Si me niego lo hará en mi vagina y puede lastimar al bebé, pero si lo hace anal, el dolor será realmente horrible.
—Sí, me gustó—respondí en lágrimas.
—No me convences. ¿Por qué no lo pides mejor?
Moría de la humillación y el miedo, pero tengo que hacerlo por mi bebé.
—Por favor, cógeme por el culo—no puedo aguantar está humillante petición.
—Suenas mucho más honesta, pero no lo acepto—al decir estás palabras, entró su pene violentamente dentro de mí, que podía sentir un dolor en mi vagina, una sensación de desgarre que me hizo retorcerme del dolor.
No estaba lubricada, era como si tuviera millones de cortadas en mi interior y, que cada vez que su pene entraba, me lastimaba el doble.
—¡Por favor, detente!— supliqué mientras forcejeaba.
No encontraba manera de que se detuviera. Dolía demasiado. Quiero que esta pesadilla termine. Podía sentir cada movimiento en mi interior, tan agresivamente, que tenía mucho miedo de que le pasara algo bebé.
En ese momento sujetó mi cuello, tan fuerte con sus manos, que sentí que iba a quebrarlo con la fuerza que sus manos ejercían. No tuve otra opción que con el último aire que me quedaba, decirle la verdad:
—¡Estoy embarazada!
Sus manos se detuvieron y esbozó una sonrisa siniestra. Buscaba el aire. No podía casi respirar, ¿Acaso planeaba acabar conmigo?