Cuando Emilia llegó a la catedral, las esposas estaban todavía donde las habían dejado.
_Emilia: Menos mal; todas aún están aquí.
Al ver a las esposas alineadas, ese pensamiento de Emilia se deslizó a través de su boca.
Se quedó en silencio, ya que las posiciones de las esposas presentes se habían mantenido literalmente sin cambios.
Con respecto a lo que Emilia recordaba, las esposas no se habían movido en lo más mínimo desde que ella escapó de la catedral.
_Emilia: ¿Es sólo porque Regulus dio la orden de quedarse quietas?
Él no tenía poder de obligarlas, eso fue lo que Emilia entendió de lo que ya le había dicho Subaru, la verdad de la Autoridad de la Codicia.
Aunque Subaru había recalcado repetidamente "esto es sólo una hipótesis", Emilia tenía plena fe en su respuesta.
Subaru y Emilia tenían sus respectivos objetivos que cumplir para derrotar a ese villano, sin importar lo que aún se tuviera que hacer.
_Emilia: Como todas se quedaron, el primer obstáculo no es un problema.
La posibilidad más aterradora era que las esposas se hubieran separado en la clandestinidad, o hubieran huido de la catedral en pánico.
En ese caso, ellos habrían usado un último recurso antes de que la situación se volviera incontrolable. Emilia quería evitar, de ser posible, el plan que Subaru había propuesto tan amargamente.
Por eso…
_Emilia: A todas, les pido permiso para hablar con ustedes.
No había tiempo que perder.
Aunque no había garantías de que ellas siquiera escucharían, Emilia tenía que superar este obstáculo ahora.
_Número 184: ¿Cómo está el Honorable Esposo?
Emilia, que ahora estaba en el centro de la catedral semidestruida, recibió una pregunta de parte de una mujer de pelo rubio que dio un paso al frente——Número 184.
A diferencia de las demás esposas silenciosas en filas ordenadas, sólo ella se sentó al frente cerca del altar colapsado.
Después de haber ayudado a Emilia a cambiarse de ropa, ofreciéndole consejo, con ojos tan fríos como cuando hablaba de la desesperación que su futuro le depararía, Número 184 cuestionó a Emilia de regreso con una voz sin inflexión.
_Emilia: Regulus está fuera. Lo siento. Todavía estamos en batalla. No pude derribarlo.
_Número 184: Entiendo… No me extraña.
Las comisuras de los labios de Número 184 se elevaron casi imperceptiblemente.
Una sonrisa tan pequeña, como si no supiera por qué estaba ahí. Además, Emilia entendió que esa sonrisa no transmitía ni alegría ni tristeza, sino algo parecido al ridículo.
Porque, una sonrisa como esta que existía para hacer daño a los demás, Emilia la había visto muchas veces en el pasado.
Y por eso…
_Emilia: Qué sonrisa tan triste… A mí me parece que no te queda bien esa expresión.
_Número 184: …Mis disculpas. Como el Honorable Esposo prohíbe las sonrisas, te permití ver una expresión indigna.
_Emilia: Por favor, no te disculpes. Lo que quise decir no era eso.
Ante las palabras de autodesprecio de Número 184, Emilia sacudió la cabeza.
Dentro de su pecho, el calor comenzó a concentrarse en algún lugar que no era su corazón. Tal y como dijo Subaru, esas palabras siguieron subiendo a la superficie de su mente.
Una sensación feroz intensa hasta el punto de la incomodidad, hinchándose insoportablemente en su corazón.
Cerrando los ojos, suprimiendo la emoción turbulenta, Emilia miró de un lado a otro de la catedral antes de hablar.
_Emilia: Vamos a vencer a Regulus. Para hacerlo, quiero que todas me ayuden.
_Esposas: …
_Emilia: No sé qué tratamiento han sufrido de la mano de Regulus hasta ahora, pero incluso yo, que sólo estuve brevemente en contacto con él, puedo ver que Regulus está equivocado.
Fue tomada por él mientras estaba inconsciente, y había pedido su mano en matrimonio tan pronto como ella se despertó. Entonces, ella se sintió inmediatamente abrumada por la ceremonia de boda, y se le informó de las ideas de Regulus sobre el matrimonio y la forma en que trataba a sus esposas.
Esto estaba muy lejos de los felices matrimonios de los que se le había hablado a Emilia.
_Emilia: No quiero perder contra Regulus. Entiendo que en la batalla, el bien y el mal es irrelevante para el éxito o el fracaso. Pero ahora mismo, aquí mismo, no quiero perder contra Regulus. Estoy segura de que si pierdo… lo que es importante será pisoteado.
_Número 184: Lo que es importante… ¿eh?
_Emilia: …
_Número 184: Si no querías morir, debiste haber obedecido al Honorable Esposo desde el principio, o deberías haber intentado huir sin tener en cuenta nada más. Ambas cosas eran posibles. Claramente, eso habría sido lo mejor para ti.
Con una mirada oscura, Número 184 le respondió Emilia.
_Número 184: ¿Qué pasó con el Santo de la Espada y ese Caballero tuyo que te acompañaban antes? Se encontraron con el contraataque del Honorable Esposo y cayeron en la batalla. Y sólo tú huiste aquí.
_Emilia: En absoluto. Ya sea Subaru o Reinhard, siguen combatiendo a Regulus. Ellos confían y esperan por mi regreso.
_Número 184: ¿Qué podrías lograr regresando aquí? Y luego, diciendo que necesitas nuestra ayuda y tal… no entiendo lo que quieres decir.
_Emilia: ¿De verdad no entiendes lo que quiero decir?
_Número 184: ¿——?
Ante el interrogatorio de Emilia, Número 184 levantó la ceja sin decir nada.
Esta reacción natural no parecía forzada en lo más mínimo. Aunque parecía más que todo resignación, Número 184 nunca había dicho palabras con el propósito de engañar a Emilia hasta ahora.
En otras palabras, ella no tenía ni idea—
——de que el "corazón" de Regulus había sido confiado a sus esposas, ella incluida.
_Emilia: ¿Y las demás? Escuchen, ¿están realmente de acuerdo con esto? Querer hacer algo, querer que alguien más haga algo, ¿no hay nadie que aún piense así?
_Número 184: Por favor, detente. Yo te escucharé. Si tienes preguntas, por favor pregúntame. Mi respuesta es la respuesta del colectivo.
Mientras Emilia intentaba leer las intenciones de las mujeres que la rodeaban, Número 184 le respondió con palabras duras.
Testaruda, o tal vez valiente, Emilia recordó que por su bien ella incluso había cuestionado a Regulus, arriesgando su propia vida.
Aunque esa había sido una forma de altruismo…
_Emilia: Lo que importa es que tengo la sensación de que has abandonado tu propia vida.
_Número 184: …
_Emilia: En realidad, tú eres la que menos de acuerdo está, ¿cierto?
Recordó que, al principio de todo esto, fue Número 184 quien habló con Emilia.
No sólo porque Regulus le había ordenado que se hiciera cargo de Emilia. En lugar de Emilia, ella había ofrecido sus opiniones a Regulus, se puso de pie en nombre de otras esposas, y ahora mismo ella pretendía recibir las palabras lanzadas a todas ellas.