Estar en preparatoria el primer año no fue fácil para mí. No era popular, la más bonita, una estudiante destacada ni mucho menos una porrista, no era nada realmente. Es por eso que nunca consideré la posibilidad de poder dejar de ser invisible algún día, mi única y mejor amiga siempre ha sido Jeanne desde que entré a la preparatoria; ella es la única que tiene mi confianza además de conocer mis secretos.
Estaba pensando en todo eso sentada en el laboratorio de química mientras fingía poner atención a la clase hasta que Jeanne, sentada a mi lado, me dio un ligero golpe por debajo del asiento para que respondiera a la pregunta que la profesora me hizo sin darme cuenta. Estaba muy asustada pensando que no habría escapatoria de ése momento incómodo cuando de repente un chico respondió por mí.
— Disculpe maestra, todo esto es mi culpa. Yo soy el tutor de esa chica y veremos ese tema hoy. Le pido mis más sinceras disculpas.
Él es muy apuesto con sus ojos profundos ojos cafés, cejas pobladas, largas y hermosas pestañas, piel de porcelana y cabello café despeinado de una manera sexy. Él también es mayor que yo quizá por un año o dos pero todas las chicas en la escuela están locas por él así que no podía entender por qué dio la cara por mí.
Quince minutos después finalizó la clase y aquel chico apuesto se me acercó para conversar conmigo.
— Hola Lizzy. — dijo esbozando una sonrisa sexy.
— Disculpa, ¿Tú eres...?
— Me llamo Edward Cullen, te eché una mano hace un rato con la profesora de química.
— Ah… Por supuesto. Oye Edward te lo agradezco mucho pero sé defenderme sola si no te importa.— dije caminando de vuelta al salón de clases.
— Vamos, no seas tan pesada con el chico que te sacó de apuros.
— ¡Sólo métete en tus asuntos y esfúmate de una buena vez!
— Vale ya, pero te advierto que no podrás deshacerte de mí tan fácil a partir de ahora. —dijo en voz alta mientras yo corría lejos de él.