章節 4: De problemas y castigos
— ¿¡Catorce!? — Exclaman Nishinoya y Tanaka, obviamente, bastante sorprendidos. Sugawara, en cambio, sólo abre cual platos sus ojos.
Yo me limito a asentir y comenzar a a explicarles el problema de mi apariencia física.
Luego de eso, los chicos me ofrecen acompañarlos a una cafetería a unas pocas cuadras del parque. Al principio no puedo evitar dudar unos momentos, no todos los días unos muchachos detienen al ladrón que hurtó tu mochila y después te invitan un café. Finalmente, después de pensar muy bien mi respuesta, acepto su oferta. Los tres festejan por mi decisión, aunque nuevamente Sugawara intenta disimularlo. Un leve sonrojo se posa en mis mejillas al encontrarme admirando al peliblanco. Luego de eso, los cuatro comenzamos a caminar rumbo a la cafetería, mientras yo rebusco en mi mochila algo de dinero, aunque sea para pagar una parte de lo mío.
Sonrío al encontrar unos cuantos billetes y algunas monedas. Las cuento y suspiro aliviada al saber que me alcanza para unas galletas / masitas.
Cuando llegamos a destino, el olor a café recién molido invade mi nariz. Hace mucho tiempo que no entro a una cafetería, ya que, generalmente, yo preparo en mi casa el café.
Nos sentamos en un mesa junto a la ventana y comenzamos a platicar de cosas triviales hasta que alguien venga a tomar nuestros pedidos. En éstos pocos minutos me entero que todos forman parte del club de Volleyball masculino de Karasuno y que también la gente los llaman 'Los cuervos que no pueden volar', gracias a sus constantes derrotas.
Una linda chica con uniforme de camarera viene a tomar nuestras órdenes, aunque se asusta un poco con las caras de Yū y Ryūnosuke. Me rio mentalmente por eso, pobrecilla, la entiendo perfectamente.
Cuando la muchacha se retira, los susodichos comienzan a hablar de lo linda que era y de lo bien que le quedaba el uniforme de trabajo. Eso hace que me empiece a sentir un poco incómoda, y me acomodo en el asiento, para luego mirar por la ventana a la gente que pasa por la calle.
Sin darme cuenta, sujeto mi mochila con fuerza. Aunque sepa que estoy con personas agradables, el miedo a que esa situación vuelva a pasar me invade. Todos mis sentidos están alertas. Nunca antes me habían intentado robar, y ahora que sé lo que se siente digamos que me quedé algo traumada.
Siento como una mano se apoya sobre mi hombro izquierdo y rápidamente giro mi cabeza, como un acto involuntario. Pero sólo es Koushi, quien me sonríe y me avisa que ya trajeron mi pedido. Me había metido tanto en mi misma que no preste atención a lo que me rodeaba.
Me relajo y le sonrió al de blanquecinos cabellos, para después tomar con mis dos manos la taza humeante y dar el primer sorbo.
La caliente bebida quema mi lengua y mi garganta. Hago una mueca, la infusión es amargo y fuerte... Tal como me fusta a mí.
Coloco la taza en la mesa y agarro una masita del plato que la chica dejó en el centro de la mesa. Miro a mi alrededor y le doy un mordisco a la galleta de chocolate.
Noya y Tanaka están viendo a las chicas que pasan por el otro lado de la ventana y calificándolas del uno al diez, casi ni prestándole atención a sus capuchinos, que se van enfriando a cada momento que pasa. Sugawara toma su café con crema lentamente, manchando sus labios con el mismo, aunque parece no darse cuenta. Sonrió. Termino la masita dulce y agarro una servilleta y limpiarle las comisuras de sus labios, haciendo que se sonroje. Le llamo la atención a los otros dos chicos, tarea tan fácil como llamándoles 'senpais', para que se tomen sus bebidas antes de que se enfríen completamente.
Le doy un sorbo a mi café, y otro más. Sugawara me pregunta sobre mi vida, Tanaka y Nishinoya parecen bastante interesados también. Yo, gustosa, les contesto todas y cada una de sus preguntas.
Al terminar mi café, intercambiamos números para no perder el contacto. Dejo algo de dinero sobre la meza para pagar mi parte y, tras agradecerles por milésima vez, me despido de ellos y salgo de aquel lugar.
Tal vez no haya sido tan malo que intentaran robarme,ya que conocí a personas geniales que podría llamar amigos.
Camino a paso tranquilo, observando a mi alrededor. Al estar a unas cuadras de mi casa, decido mandarle un mensaje a mi progenitora, comunicándole que llegaré en unos minutos. Y me doy cuenta de la hora que es. 06:45. Oh oh.
Comienzo a correr esquivando a la gente para llegar más rápido a mi casa.
Ésto me traerá muchos problemas.
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