Mientras Davi seguía inmersa en sus pensamientos, oyó de nuevo una voz que supuestamente era una alucinación.
—Davi... —Sei la llamó con una voz tan gentil, que Davi se olvidó del dolor punzante en su cabeza por un momento y abrió lentamente los ojos para mirarlo.
—¿S-Sei? —preguntó, y el hombre se enderezó acercando su rostro al de ella.
—Ajá. Estoy aquí. ¿Estás bien? Esta... agua... tienes que beber. Necesitas beber. —le aconsejó acercándole el vaso de agua, como una pequeña bestia ansiosa. En ese momento, a pesar de que Davi se sentía terrible, sonrió al darse cuenta del estado en el que estaba Sei.
Ahh... Sei... no sabía que tu ternura era lo suficientemente poderosa para incluso aliviar mi horrible resaca.