Sin embargo, los golpes de Sheyan fueron inútiles. Los ojos sin vida de Mbenga permanecían apagados y su cuerpo débil. Se podría describir su condición como una especie de gossamer, o una vela parpadeante en el viento, que se apaga en cualquier momento.
—¡Ahhhhh! —Sheyan no pudo resistirse a abofetear la cara de Mbenga, se formaron 5 claras huellas dactilares. La sangre goteaba lentamente por la nariz de Mbenga mientras Sheyan rugía furiosamente.
—¡No puedes morir todavía! ¡No hasta que lo veas por ti mismo!
Sin saber por qué, mientras rugía furiosamente, su nariz se volvió agria y las emociones turbulentas inundaron su pecho. En ese momento, recordó subconscientemente aquella noche de tormenta, en la que fue perseguido hasta el borde de la desesperación justo antes de entrar en el reino de la pesadilla.
Sin el destino de encontrarse con el reino de la pesadilla, sería igual que Mbenga; llevando una profunda falta de voluntad al salir del mundo...