Luz tenue y difusa, sonidos débiles de goteo del agua.
Los ojos de Sheyan se abrieron de golpe. Inmediatamente trató de sentarse, pero un dolor agonizante salió de su pecho, causando que gimiera en voz alta y se recostó de espaldas mientras jadeaba pesadamente.
Ese sentimiento, esa sensación dolorosa que rompía el hueso, fue suficiente para que Sheyan se desatara en sudor frío. Su respiración se reguló lentamente para volver a la normalidad después de hacer todo lo posible para estabilizarla. Debajo de su cuerpo, se sentía como si una cuerda elástica lo sostuviera de un peculiar vacío oscilante. No pudo evitar lanzar una mirada antes de cerrar los ojos para adaptarse a ese ligero mareo suyo.