Una hermosa melodía resonaba en el restaurante. Las suaves notas tranquilizaban a todos. Son embargo, no se podía ver a ninguna banda en el espacio. Solamente había un gramófono mágico que estaba haciendo girar lentamente un disco de resina sobre la mesa al lado de la pared.
Luego de varios minutos, la música terminó, y el disco había llegado a su fin. El trabajador que se encontraba cerca se apresuró a cambiarlo a uno nuevo.
Cuando la música volvió a resonar, John puso su tenedor sobre la mesa y le habló a Lucien con sentimientos encontrados:
—El disco común de resina solo puede grabar unos cuantos minutos de música. Apenas tiene espacio para una sinfonía completa, a menos que se usen discos puramente mágicos o de mayor calidad, pero, en tal caso, esos serán demasiado caros para la gente ordinaria.
Él no olvidó su pasado y por ello le prestaba mucha atención a la vida de la población común.