Un ancho y reluciente río fluía en medio de la desolada llanura y las montañas. Barcos sofisticados o barcos que estaban completamente cargados con mercancías navegaban en dirección a Ciudad Calcita. Cada vez que llegaban a los lugares donde las olas eran demasiado turbulentas para navegar contracorriente, muchos estibadores se congregaban y tiraban de la cuerda, transportando las naves sobre los obstáculos.
A pesar de que el viento enfriaría a cualquier persona normal, esos trabajadores estaban medio desnudos, con un difuso vapor saliendo de su piel.
—Si no hubiera dejado mi hogar para ser mercenaria, es posible que me hubiera convertido en una de ellos, una trabajadora en el río Niegening... —Katrina estaba escuchando la conocida canción de trabajo, cuando de repente escuchó una áspera voz masculina.