Elena esperaba ansiosamente a Lucien en el vestíbulo. Llegar tarde en el primer día de trabajo no le daría una muy buena impresión al director, el señor Hank.
Otra recepcionista, Cathy, sonrió a su compañera y bromeó:
—¿A quién esperas, Elena? ¿A tu novio?
—Ya vale, Cathy. Espero a un amigo mío. Hoy es su primer día trabajando para la asociación.
Mientras hablaba, Lucien se presentó en el vestíbulo.
—Gracias a Dios que estás aquí, Lucien —Elena salió del mostrador en dirección a Lucien—. Se te ve muy cansado, ¿estás enfermo?
Lucien sabía que tenía mal aspecto. El dolor de cabeza causado por la herida de su alma le torturaba constantemente. Después de la prisa que se había dado en llegar, se encontraba algo mareado.
—Bueno… eso creo. Pero estoy bien. Gracias por preguntar, Elena —Lucien le dirigió una sonrisa a Elena, que hoy lucía un largo vestido blanco—. Creo que nos toca reunirnos con el señor Hank, ¿no?
—Sí, así es —Elena comenzó a subir las escaleras, seguida por Lucien—, no te preocupes. Los domingos nunca son ajetreados, el trabajo suele estar tranquilo.
El señor Hank era un hombre serio de mediana edad, que siempre llevaba un traje decente. Tras realizar algunas preguntas básicas, simplemente asintió y pidió a Elena que condujese a Lucien directamente a la biblioteca.
La biblioteca se encontraba en la segunda planta. Mientras se dirigían allí, Elena intentaba describir al otro bibliotecario a Lucien:
—Se llama Pierre Sandor. Ambos tienen el turno de la mañana en la biblioteca. Es un buen tipo. No creo que te lo haga pasar mal, así que no te preocupes. Pero es un poco… ehhh…—Elena se detuvo unos segundos—, raro.
El tal Pierre debía de tener contactos en la asociación, o jamás habría podido trabajar aquí como bibliotecario si fuera solo un donnadie. Lucien solo quería hacer su trabajo y evitar problemas lo más posible.
La Biblioteca Musical era enorme y silenciosa, y miles de valiosos libros musicales, diarios y periódicos se guardaban aquí.
Solo había un joven de largo cabello negro sentado tras el mostrador de madera, leyendo una tablatura con delicadeza. A ojos de Lucien, parecía un gran fan de la música.
—Pierre, Pierre…—Elena intentó llamarle la atención—. Este es el nuevo bibliotecario, Lucien.
Por fin, Pierre alzó la Mirada del libro. Sus ojos marrones parecían confundidos.
—¡Buenos días, Elena!¿Qué día es hoy….domingo?
—Encantado de conocerte, Pierre. Soy Lucien Evans, el nuevo bibliotecario —Lucien se presentó con una cálida sonrisa.
Dándose cuenta de que su nuevo compañero se alzaba delante de él, Pierre salió del mostrador y saludó a Lucien:
—Encantado de conocerte, Lucien. Soy Pierre Sandor.
Mientras se daban la mano, Pierre esbozó una sonrisa taimada:
—Lucien, ya podrías…controlarte un poco…
—¿De qué hablas, Pierre? —Elena estaba confundida.
—Cosas de hombres —contestó Pierre.
Encogiéndose de hombros, Elena le susurró a Lucien:
—Ves, te lo dije…Me tengo que ir ya Lucien. Haz buen uso de estos libros, y trabaja duro.
Cuando Elena se fue, Pierre empezó a mostrarle a Lucien el lugar. Mientras andaba, charlaba tranquilamente con Lucien:
—Emm… A veces hablo de una forma extraña. Si no me entiendes, no dejes que mis palabras te quiten el sueño.
—¿Así que el pedirme que 'me controle' también era charla informal? —preguntó Lucien.
—No, eso iba en serio. Los tíos de nuestra edad podemos quedar agotados de tanto… Eh, ya sabes de lo que hablo.
Lucien no supo que decir. Ahora, a sus ojos, Pierre parecía un gran fan de la música, y un poco asqueroso.
Tras explicar las tareas básicas que Lucien tendría que hacer como bibliotecario, Pierre se estiró un poco y dijo:
—Solo los miembros de la asociación tienen acceso a esta biblioteca, así que nunca está muy ajetreada. Tú acuérdate de ser amable con los músicos. Puedes quedarte un rato por aquí, yo voy a seguir disfrutando de El Clavecín Bien Templado.
Sus ojos brillaron cuando mencionó la música.
—Claro —Lucien estaba deseando quedarse solo. Con su librería espiritual, siempre intentaba almacenar más libros en ella, como una ardilla recogiendo sus piñones favoritos.
Lucien hojeó rápidamente un libro, y una copia del mismo apareció en su librería espiritual. Después hizo lo propio con otro libro.
—Hey, ¿qué estás haciendo? —preguntó Pierre confuso. No se había alejado todavía.
—Estoy haciendo una comprobación para ver si hay algún libro dañado. Así puedo tomar nota e informar a la asociación —Lucien se inventó una excusa inmediatamente.
—Tienes la cautela de una mujer, Lucien —comentó Pierre.
En las cuatro horas siguientes, solo dos músicos visitaron la biblioteca. Lucien consiguió recoger más de cien libros de los disponibles. Le dolían los brazos de tanto hojearlos.
Los libros recogían muchos aspectos del mundo, no solo música. Lucien quería tener un mejor entendimiento del mundo lo más pronto posible.
…
Lucien terminó su trabajo a las doce y media del mediodía. Cuando salía de la biblioteca, Pierre seguía inmerso en la música, con un pan en la mano.
Más tarde, Lucien fue a casa del señor Victor y continuó sus estudios.
La vida fue bastante pacífica los días siguientes.
Una noche, John volvió. Cuando no había nadie, empezó a contarle a Lucien lo que ocurrió aquel día.