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Se despidió despectivamente antes de irse.
Huo Chen no respondió y, en su lugar, dio un saludo militar estándar al despedirse…
—Señor.
Song Shou se acercó, dudando en hablar.
—Sobre la señorita...
—Acomoda a Lu Bai primero. —Un destello de malicia apareció en los ojos de Huo Chen—. En cuanto a Wen He, enviaré a alguien.
A pesar de todo, fue él quien trajo a Wen He aquí, no podía permitir que le pase nada.
—¡Si, señor!
Song Shou hizo que los hombres llevaran a Lu Bai en una camilla y, en un abrir y cerrar de ojos, Huo Chen quedó solo en la oscura cámara subterránea.
Se recostó contra la pared, mientras metía la mano en un bolsillo y sacaba un cigarrillo. Mientras lo encendía, la luz brillante y tenue reflejó sobre su impecable rostro, haciéndolo aún más atractivo.
Un momento después, su boca despidió un leve humo mientras sacudía la colilla.
Un momento después, la pisó una bota pesada.