La cara de ella se veía igual de rara; ella haría lo mismo con él.
Con sus largos brazos, le dio la vuelta a los hombros para que ella mirara su frío rostro.
—¡Habla! ¿Qué quieres decir con las palabras que acabas de decir?
—¡No hay otro significado, excepto que te encuentro sucio! —Ella lo miró con escarcha.
—Aún no he terminado, así que, por favor, ¡vete!
—¿No vas a hablar?
Ella continuó frotando su cuerpo mientras ignoraba su presencia.
Finalmente él perdió la paciencia. La sujetó entre sus brazos, drenó la espuma de la bañera, encendió la ducha y comenzó a frotar su cuerpo.
Ella lo alejaba, y en medio de la lucha, él también terminó empapado.
Él no era de los que dejaban que se salieran con la suya, así que le sujetó las dos muñecas con uno de sus brazos, la inmovilizó fuertemente dentro de la bañera con el otro brazo. De esa manera, ella perdió totalmente su habilidad de luchar contra él.