Lentamente enderezó su cuerpo y caminó hacia él. Tan pronto como llegó a la mitad del camino, el hombre se abalanzó sobre ella agarrándola de la muñeca y tirando de ella hacia sus brazos.
Su acción había sido temeraria. Podía ver que su cara estaba tensa. Por una vez él parecía estar aterrorizado.
¿Está preocupado por mí?
¿Le preocupaba que me hubiese caído del acantilado?
Antes de que pudiera reaccionar, ambos cayeron sobre el capó del vehículo.
Ella gimió ligeramente por el dolor. Para cuando ella abrió los ojos, él ya se había dado la vuelta y presionado sobre ella. Su cuerpo casi oscureció la luz de la luna.
Su bello rostro, que estaba furioso e irritado, se asomaba frente a sus ojos.
¡Ella estaba de nuevo a su alcance, y la ira que él estaba reprimiendo podría explotar ahora sin reservas!