Stephen no estaba molesto porque Gu Jingze se fue temprano. En vez de eso, incluso le dijo: —Presidente Gu, para poder preocuparse tanto por su propia mujer, eso demuestra que usted es un hombre con sentimientos. Se como piensa.
Gu Jingze sonrió, —Ella es mi esposa. Hice una promesa de tratarla bien y ese es mi deber.
—Jaja, es muy raro ver a un hombre tan responsable como usted hoy en día, Presidente Gu. Especialmente en este círculo.
Gu Jingze solo sonrió claramente mientras Stephen miraba a la gente que bailaba afuera y dijo: —La señorita Lu no está nada mal.
Gu Jingze también miró a la gente de allí. No le importó mucho y volvió a mirar a Stephen.
No mucho después, la primera canción de Lu Chuxia terminó. La multitud aplaudió y Lu Chuxia saludó a todos. Miró dentro, sonrió y entró.