—Es más, de verdad estoy bien ahora. Solo luce espantosa —sonrióél—Ninguno de mis músculos, huesos u órganos internos se dañaron. En el momento de la explosión, tampoco estaba cerca de la bomba. Antes solo bromeaba.
En serio —dijo Gu Jingze con gentileza al mirar sus ojos cristalinos.
Lin Che no era realmente estúpida. ¿Cómo no se pudo dar cuenta de que la estaba consolando?
—Bueno, entonces deja de moverte. Vamos a recuperarnos de manera adecuada. No te muevas más solo en caso de que tus heridas comiencen a sangrar otra vez. Tampoco deberías volver a tocarme. Quédate quieto, ¿de acuerdo? —expresó
Lin Che.
Lin Che sintió un cosquilleo en su rostro por sus besos y sus mejillas también se sonrojaron un poco.
Estiró las manos para tirar las mantas sobre él.