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Hasta ahora, los elfos seguían insistiendo en que el mago humano ante ellos no tendría las agallas para hacerles nada, sin embargo, a pesar de esa creencia, la presión de la mano gigantesca no falló en hacer que ellos se sintieran asfixiados. El estrés no solo se sintió mentalmente, sino también físicamente. La fuerza dentro de la mano alimentó el terror que los elfos sintieron exponencialmente.
Jacques sabía que si no actuaba les traería la desgracia. Ante la enorme palma que se acercaba a él, Jacques ya no podía preocuparse por el vampiro bajo su pie.
—Uno no esta para pisotear el orgullo de los elfos. Ni siquiera el invitado de nuestro anciano —chasqueó Jacques con los dientes apretados. Su expresión era horrible.
El brazo gigantesco respondió con un repentino aumento de velocidad. Apareció justo en frente de Jacques sin previo aviso. Jacques no tuvo ninguna oportunidad de reaccionar antes de que la mano lo levantara del suelo.