Naturalmente, los que regresaban de la Cicatriz de Muerte eran tratados de manera diferente. A los cuatro de la Torre del Anochecer se les asignó una carpa espaciosa y cómoda. Si bien no se podía comparar con aquella en la que se quedaba Sendros, era muy diferente de las que disfrutaban los otros aventureros.
Las cuatro tiendas estaban todas a las afueras del campamento. Estaban a una decena de metros de distancia unas de otras, ni muy lejos ni muy juntas, evidentemente idea de Adelo. El sol acababa de ponerse y el bullicio aún no se había apagado en el campamento. Los aventureros se reunieron alrededor de las fogatas mientras bebían y comían, conversando con viejos amigos y nuevos conocidos.