Podría ser considerado un mal hábito, pero Cati a menudo se hallaba buscando al Señor de Valeria mientras conversaba. Sólo una vez cruzaron miradas y los intensos ojos del Señor hicieron saltar su corazón. De inmediato rompió el contacto.
—Hay una fiesta de té en dos semanas en la casa de los Capel. ¿Puedo contar con tu presencia? —preguntó Lancelot esperanzado, pues llegó el momento de irse.
Cati no sabía qué decir, y al notar su resistencia, Lancelot agregó: —Por favor.
Al mismo tiempo, Cati notó que el Señor besaba suavemente la mano de una mujer. Sin importar qué sucediera, Cati no era de clase alta, por lo que él nunca le vería potencial.
—Está bien —respondió, causando una sonrisa en el rostro de Lancelot.
En la próxima fiesta, al bajar del carruaje, Alejandro caminaba junto a Cati mientras Elliot y Sylvia caminaban al frente. Cati casi cayó con una piedra, pero Alejandro la sostuvo.
—Cuidado —dijo al detenerse—. Necesitas relajarte.