«¿Una diosa sería tan obediente?»
«¡Por supuesto que no!»
Nian Xiaomu hizo pucheros y agarró su cartera, pavoneándose hacia el borde de la calle.
Ella se compró un palo con frutas acarameladas y se las comió mientras esperaba.
No obstante, ella sólo logró comerse algunas de las frutas acarameladas cuando un lujoso automóvil de color negro se estacionó frente a ella haciendo un ruidoso *¡ruuuum!*
Nian Xiaomu inclinó su cabeza en un intento por expulsar una de las frutas acarameladas hacia su mano. Ella ni siquiera podía molestarse en lamer el sirope que tenía en la comisura de su boca.
Mientras la ventanilla del carro se bajaba, el rostro devastador y guapo de Yu Yuehan se apareció frente a ella.
Él se le quedó viendo con desdén a la saliva que corría por su boca, como si fuera a decirle: "Mírate, un palo con frutas acarameladas es suficiente para demostrar quién eres. ¿Todavía te atreves a llamarte diosa?"
—…