Luego de pasar por esa experiencia de que se levantó esa "cosa" en la mañana, Qin Mo no tenía mejor humor que la noche anterior. En ese apuesto rostro estaba escrito que los extraños no deberían acercarse mucho.
Fu Jiu ya se había cambiado los pijamas por el uniforme. El pelo plateado, la ligera sonrisa y la mochila colgada en un hombro hacían que se viera muy apuesta y energética.
Parecía que había dormido bien.
Poca gente alguna vez iba allí. Ahora que el joven estaba en la casa, la tía Zhang hizo cuatro tipos de desayunos para llevar: rodajas de pan frito, palitos de masa fritos, baozis y vegetales con crema de avena. Sonrió felizmente y dejo que Fu Jiu comiera más.
No había duda alguna de que Fu Jiu no podía resistirse a los tratos amables de ella. Con gratitud, comió la comida, especialmente las rodajas de pan frito de color doradas. Eran crujientes por fuera y blandas por dentro, una vez que te las ponías en la boca. Era muy delicioso.