Flamita, que estaba comiendo fuego, vio a Doradito y a Gao Peng por el rabillo del ojo y casi se ahogó.
Escupió una ráfaga de llamas, tosiendo sin parar.
—¿Qué pasa con esas expresiones?
Flamita estaba molesta. Finalmente, respiró hondo, devorando el resto de las llamas de la montaña. Flamita se tambaleó, mirando a Doradito.
Doradito hizo un gesto, levantando la cabeza para mirar a Flamita.
Después de escuchar que Gao Peng y los otros familiares estaban aquí para verla, Flamita estuvo encantada. Entró en una cueva y cogió un montón de Gusanos de Seda de Cristal de Fuego para dárselos.
—Esto es delicioso.
Doradito se quedó en blanco por un momento, asomándose a la cueva como si estuviera mirando a un archienemigo.
Flamita se agachó para picotear el cuero cabelludo calvo de Doradito. El dolor hizo que Doradito olvidara sus pensamientos.