Resultó ser una bandada de avestruces que eran sorprendentemente leales. Además de eso, su bajo nivel significaba que si se sacrificaban solo serían útiles como alimento. Conmovido por su lealtad, Gao Peng decidió perdonarlos.
—Gao Peng, Gao Peng, ya que vas a ser el padrino de estas hormigas dragón después de la muerte de su madre, ¿tienen un villano como padre ahora? —comentó Boba con desprecio.
La cara de Gao Peng se oscureció.
—¡Qué tontería! Yo no fui quien mató a sus padres. Deberían buscar a ese Gigante de Seis Brazos si quieren venganza. Solo somos transportistas.
—Oh, ya veo.
Boba se alejó lentamente mientras trataba de actuar como un adulto. Desafortunadamente, una pequeña medusa rosa que flotaba en el aire con sus tentáculos detrás se veía demasiado caricaturesca. Era como si un niño de tres años estuviera tratando de actuar de manera madura, solo para parecer tonto.
Las hormigas dragón se reunieron y miraron a Gao Peng con cautela.