Un vendaval salvaje aullaba en los cielos de la Sala Estelar. Por momentos, las llamas llenaban los cielos y a veces caían cortinas de lluvia. Y Ning era el dueño del viento y la tormenta, como si todo estuviera bajo su mando.
—Un verdadero genio.
El gigante oso amarillo estaba parado dentro de la cabaña con techo de paja mientras miraba hacia lo lejos. No pudo evitar suspirar:
—En cuatro años, logró mejorar todo esto.
—Es increíble.
El par de ojos de buey del viejo toro negro estaban muy abiertos mientras miraba.
—Mientras este chico no arruine su camino y muera en algún lugar, definitivamente podrá alcanzar el nivel del Inmortal Juhua con facilidad —dijo.
El gigante oso amarillo miró de reojo al viejo toro negro.