En los desolados campos, tres bestias negras galopaban a alta velocidad. Ning y el resto tenían un gesto de enorme alegría en el rostro. Sin importar los obstáculos, finalmente volvían a casa de la región que bordeaba el Pantano del Este. Se acercaban cada vez más a la Ciudad Prefectura del Oeste.
—Joven maestro —llamó Hoja de Otoño.
—¿Si?
Ning la miró y ella dijo apresurada:
—En este viaje hacia el lago pasaremos por la Tribu Dientenegro donde está Hierba de Primavera, ¿por qué no la visitamos? Ha pasado mucho tiempo desde que la vi, la extraño mucho.
—¿Hierba de Primavera? —dijo Ning sorprendido.