—Lluvioso, ¿qué crees que esté pasando? —murmuró el anciano hacia la muchacha mientras abanicaba lánguidamente el incienso— ¿Por qué de repente el Patriarca tiene la sensación de que algo grande está por suceder? —Estaba obviamente incómodo, y no estaba de humor para meditar.
—¿Quizás hiciste demasiadas cosas malas?—contestó la chica, mirándolo.
—¡No, yo no! El Patriarca ha pasado estos años cultivando la vida y la espiritualidad. Ha pasado mucho tiempo desde que salí—El anciano se dio cuenta de que sus párpados se movían aún más rápidamente y, por alguna razón, el malestar que sentía en su corazón se hacía más intenso. Bajó de su trono y empezó a caminar de un lado a otro dentro del palacio.
La sensación de incomodidad se hacía cada vez más fuerte, lo que le hacía pensar que algo parecido a un desastre estaba a la vuelta de la esquina.