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El Tigre de Fuego de Tres Ojos no podía darse el lujo de preocuparse por el temblor de la quebrada, sino que levantó la vista hacia el cielo y sus ojos bien abiertos como dos círculos miraban a la persona de ropas amarillas que descendía lentamente.
¿Por qué ha regresado esta Señorita?
¡Es el fin de mi vida!
El Tigre de Fuego de Tres Ojos gritaba por dentro.
—Grandulón, nunca pensé que me extrañarías tanto, hasta estás contento de verme —la joven de ropas amarillas descendió del aire, se paró sobre la espalda enorme del Tigre de Fuego de Tres Ojos y su mirada destelló con astucia mientras sonreía ligeramente.
De inmediato, el cuerpo del Tigre de Fuego de Tres Ojos quedó tenso y no se atrevía a a seguir temblando.
No quería enfurecer a esta Señorita.
Si la Señorita no estuviera muy feliz y condensara el hielo con su Concepto del Hielo para atraparlo a él dentro, de veras no sabría qué hacer.