Elena sentía deseos de meterse en un agujero y no salir jamas, odiaba la sensación de sentirse avergonzada. Todos con los que se cruzaban la saludaban de forma militar y con un " Buen día Capitana Lei" y ella solo asentaba su cabeza sin decir palabra. Sin darse cuenta llegó al comedor y por inercia tomo la charola para servirse comida. No es que tuviera mucha hambre pero quizás así lograría calmar el monstruo enorme dentro de ella. Estaba, por primera vez en mucho tiempo, con el pleno deseo a flor de piel y solo había sido ignorada.
Todos a su alrededor notaban la terrible expresión de enojo y, conociendo el carácter estricto y duro de la Capitana, nadie se atrevió a sentarse con ella, incluso Benedek que venia entrando sintió el comedor mas silencioso que de costumbre, solo para posar su vista en la fuente de desconcierto de los demás. Viendo la situación en la que se encontraba su amiga solo podía deberse al imbécil novio suyo, lo cual le daba mucha alegría por supuesto, cada error de él era un escalón mas para llegar a Elena.
Mientras tanto en la habitación, un apanicado Carlos daba vueltas como león enjaulado de un lado a otro, sabia que había metido la pata en grande, quizás estaba exagerando pero sus inseguridades con todo lo que había pasado mas la relación complicada de ambos, siempre lo mantenían a la expectativa de un posible quiebre.
Después de analizar la situación, la única forma era enfrentar todas esas dudas y decirle a Elena la verdad, de todas formas estaban atrapados en este lugar por quien sabe cuanto tiempo, en algún momento debían enfrentarse y prefería que fuera en este momento. Sintiéndose mas calmado con su razonamiento, se dirigió al comedor pues moría de hambre, además debía estar listo para la batalla próxima con su novia. Al llegar, la escena le pareció bastante cómica, todos miraban con temor a Elena, quien estaba aislada en una mesa sin percatarse de su derredor. Después de llenar su bandeja, se sentó frente al volcán a punto de erupcionar. Elena que trato de ignorarlo, solo giro su rostro con desdén hacia un lado, como si mirara una ventana imaginaria, ya que estaban bajo tierra y solo había paredes adonde quiera que voltearan.
- Elena, tenemos que hablar - dijo el joven susurrando.
-....- no hubo respuesta.
- Se que estas molesta pero lo que paso no es lo que piensas... - Carlos suspiro hondamente - la verdad estaba sumergido en mis propias inseguridades, se que sonara absurdo lo que diré pero me siento como una piedra en el zapato para ti, el llegar aquí y ver toda esta vida militar, llena de peligros y demás, me hace darme cuenta que no podré defenderte y la verdad mi mayor temor es ser eso, ser alguien débil incapaz de proteger lo que ama y además ser un peso muerto, son muchas cosas que procesar en este momento y estoy bastante, bastante, bastante apenado contigo, no se cual es mi papel en todo esto, no entiendo si realmente vale la pena que este aquí.
En las palabras de Carlos había tristeza, mientras hablaba de lo que había pensado, se dio cuenta de que realmente no encajaba en la vida de Elena.
La joven que había permanecido callada todo este tiempo, miro a su novio tratando de imaginar por un momento todo lo que dijo. Se dio cuenta de un gran error.