Carlos permanecía serio y en silencio, escuchando atentamente la discusión entre Benedek y Elena.
- Benedek... - el tono de voz se volvió suave y tenue, la joven que estaba de pie a un par de metros de distancia, se acerco y se sentó al lado del genio hacker, quien refunfuñando volteaba su rostro hacia la pantalla.
- Benedek, yo se lo que temes pero, he puesto en orden mi mente y corazón, en verdad debes creerme - al terminar esta ultima frase, tomo la mano de su amigo y lo miro con ojos de tierna expectación. Este simple gesto y movimiento hizo que Benedek bajara la guardia y olvidara todos los motivos y razones para debatir su decisión. La miro por cinco segundos que parecieron minutos con expresión de duda y resignación.
- Esta bien... - susurro finalmente. Giro su cabeza fijando la mirada en Carlos que permanecía como una pintura en la pared, serio e inamovible. El intercambio de miradas ente ellos fue como rayos láser tratando de atravesar el cráneo del otro, "¿como se atreve este "amigo" mirar a mi novia con ojos de amor? ¿acaso Elena no se dio cuenta?", la mente de Carlos era un mar de preguntas después de ver esta interacción.
- Aquí, como podrás notarlo, la palabra de Elena es ley, sin embargo, eso no quiere decir que confie en ti - una ligera sonrisa se dibujo en el rostro de Benedek y su mirada aunque se había suavizado, contenía la filosidad de sus oscuras intenciones.
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Después del encuentro con Benedek, Elena le dio el recorrido a Carlos por todo el centro de mando, área de operaciones, investigación, comedor y finalmente el área de descanso. El cuarto donde estarían ellos pertenecía a Elena y, aunque era ligeramente mas grande por su estatus, tenía el espacio suficiente para una cama matrimonial, un buro y un minicloset. La ventaja que el baño era privado a diferencia de los demás que compartían regaderas y sanitarios, claro esta, mujeres separadas de hombres. Lo curioso es que había mas mujeres que hombres en este centro secreto de operaciones, Elena hizo el comentario que ellas son mas fieles y sobrepasan en inteligencia a los hombres, además que el principio humanitario siempre rige nas que la sed de poder, se consideraban amazonas modernas.
Agotado de la montaña rusa de emociones y eventos de los últimos dos días, finalmente era posible bañarse y dormir. Elena lo dejó en la habitación pues ella debía reportarse para ver los incidentes recientes y realizar las contra medidas necesarias, antes de que el enemigo los encuentre.
Sin darse cuenta, Carlos se quedó dormido esperándola para ir a cenar, sin embargo, entre sueños pudo sentir un beso en su frente y un abrazo cálido, "Elena..." murmuro, "aquí estoy" contesto una voz familiar en su oído, tan tenue que apenas lo pudo entender. Con una sonrisa en su rostro y con flojera, abrió los ojos lentamente para encontrar al amor se su vida mirándolo con la mas grande ternura. Elena le dio un pequeño beso en los labios, seguido de otros mas.
- ¿ya terminaste? - preguntó el joven con cara aun adormilado y sin ganas de levantarse.
- Hicimos una pausa para comer y vine por ti, solo que te vi dormido y no quise despertarte, discúlpame - dijo la joven apenada y tímida.
- No te preocupes, estaba esperándote para comer solo que me dormí, esta bien que me hayas despertado - sin preguntar, tomo a Elena de los hombros para atraparla en su abrazo, la chica se dejo llevar como muñeca, honestamente hablando, estos actos de cariño de Carlos siempre la derretían, amaba su espontaneidad y necesidad de demostrarle afecto en cada oportunidad.
Como gato, Elena se acurrucó en su pecho, olfateando su aroma, llenándose de su vitalidad y queriendo casi fusionarse con el en ese abrazo.