Benedek a diferencia de Elena, era hijo y nieto único de su familia y por consiguiente la esperanza de continuar con el legado de su abuelo y su padre, un emporio en comunicaciones y tecnología de punta. El edificio en el centro de la ciudad constaba de 57 pisos con una torre para captar señales de ultima generación en la parte más alta. Esta por mas decir que la arquitectura era asombrosa, uno de los tres edificios mas bellos de acuerdo con el New York Times, había sido desarrollado por su madre. Proveniente de una familia de intelectuales, a la edad de 12 años había terminado su carrera en Robótica y redes satélitales, para iniciar su maestría en nanotecnología cuando acaeció el ataque terrorista que arrasó, no solo con la empresa de su papá, sino con su familia. Solo sobrevivieron sus abuelos que estaban jubilados en la campiña fuera de la ciudad.
Gracias a ellos, Benedek pudo superar la perdida y salir adelante, sólo que dejo la idea de los estudios y se dedico a crear un software espía que luego se convertiría en su mas grande creación. Basado en la idea de Stan Lee de los Avengers, creo su propia IA, rustica pero al final suya.
A pesar de todo lo que sufrió, no buscaba venganza alguna, sabia que el mundo se regia por hilos invisibles que la gente de dinero y poder manejaban a su antojo, solo quería evitar que tuvieran tanta libertad, quizás era demasiado ingenuo, quizás demasiado soñador pero no menos precavido.
Quizás un día todo seria diferente...
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Mientras Elena regresaba a casa en el taxi, sentía un inmenso peso en su pecho, algo como la agonía del fracaso. No había pasado mucho tiempo: 7 años desde aquel terrible acontecimiento, para algunos demasiado tiempo pero para ella, el olor, la sensación e incluso el dolor era aun demasiado vívido. Mirando el anochecer abrazar a la ciudad, un escalofrío recorrió su cuerpo, haciendo que gotas de sudor aparecieran en su frente. Esa seguridad que siempre pretendía, no era más que un traje para alguien completamente diferente. A veces deseaba tanto que alguien la rescatase de su vida y la llevara a algún lugar lejano, quizás otro planeta y olvidar, olvidar completamente todo.
- Señorita, ya llegamos - la voz del taxista era casual. La joven lo miro con ojos de desconcierto y vulnerabilidad, cual cervatillo perdido. El corazón del conductor se sintió invadido por una cierta nostalgia, como de una niña en apuros. Sin decir nada, pago y se bajo del coche para subir al departamento.
Una nube gris invisible la seguía a cada paso, temiendo derrumbarse, solo quería llegar y dormir, quizás si lograba tomar suficiente alcohol podría su mente perderse.
Al fin habían estado tan cerca de lograr su objetivo, al fin podría tomar venganza de los malditos que asesinaron a su hermano, que atacaron su avión matando a sus padres. Ahora debía sucumbir a la presión por sus propios errores, jugo demasiado rápido sus cartas, se creyó invencible, 'Tonta, tonta, tonta'.
Sentada frente a la entrada de su casa, abrazando sus rodillas, se encontraba sin fuerzas de entrar. Ya no tenía ganas de fingir que estaba bien, estaba cansada, demasiado cansada. Además, el hermano de Carlos había quedado estúpido por la maldita secta y la inteligencia artificial súper poderosa que estaba infectando soldados y espías de la organización. Solo quería rodar por las escaleras, quizás caería de nuevo en coma y podría huir de las decisiones.
Mientras ponderaba en ello, desde un ángulo oculto en la escalera, alguien la miraba con cara de misterio y extrañeza.