- Alejandro... - su voz era suave y tenue, su mirada guardaba mil cosas a la vez. Frente a ella estaba el amor de su vida pero ahora estaba marcada para siempre, ¿como decirle lo que paso durante esos seis meses?
- Dime Elena, ¿que pasa? sabes que puedes decirme lo que sea, yo... - estaba ansioso, se sentía por momentos paranoico, hacia seis meses que no había sabido nada de ella, hacia seis meses que ocurrió el accidente de su hermano y se sentía como un asesino - yo... yo se que me guardas rencor por lo de tu hermano, se que ahora sufres, perdonadme, perdonadme, mil veces perdón.
Es extraño ver a un hombre llorar y mas a alguien como el, alto, fuerte, tez clara ligeramente bronceada, ojos azules como el mar... profundos y misteriosos como el mar.
Ella había desaparecido y después de seis meses se volvían a ver, la había buscado hasta debajo de las piedras, los padres de ella lo habían perdonado pero no era bienvenido nunca mas. Al fin, en un café, como dos completos extraños se toparon, ella casi sufre un infarto, el no cabía en alegría pero ahora, estaba con el corazón roto.
- No Alejandro, no es por eso, yo necesitaba tiempo y espacio - ¿Debía rechazarlo o debía fingir que no paso nada? Su voz sonaba falsa y temblaba en cada palabra.
- ¿Ya no quieres estar conmigo? - con ojos llorosos y rostro pálido, parecía rezar por su salvación. Su corazón se encogió, ¡maldito destino! ¡maldito Marcos! ¡maldita vida! se dijo dentro de si. Ahora rodaban lágrimas por sus ojos, claro que quería estar con el, por eso había sobrevivido, por eso había llegado hasta su casa pero antes de tocar la puerta el terror de todo lo que ahora era la detuvo. ¿Podre con esta doble vida? Debo poder...
- Te amo... estoy aquí porque te amo
Por fin dijo la chica haciendo que finalmente el joven detuviera sus lágrimas y la besara intensamente, no importó estar en un café ni las miradas de alrededor, solo importaba el estar juntos.
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¿Sabes cuando acaba el amor?
No.
Cuando los besos no son mas besos, las caricias no son mas caricias y tras las palabras se esconden mil agujas que te lastiman día a día. Mueres un poco cada vez, comes menos, suspiras mas y comienzas a pensar en la libertad como si el amor se tratara de cadenas transparentes. A veces ocurre en silencio, otras con los gritos y pleitos, pero cuando te das cuenta, solo quedan los restos.