-¡ Hijo mio! al fin llegaste - dijo la mamá de Carlos al tiempo que lo cubría de besos por todo el rostro. Aunque él fuera ya todo un adulto de un metro ochenta, fuerte y con un aura imponente, frente a su madre era un cachorro indefenso. La señora de tan solo un metro cincuenta lo doblegaba fácilmente.
- ¡Vaya! que bueno que los dos están aquí, bienvenidos. Hijo ya no te pierdas tanto, tu madre te extraña demasiado - Se acerco su papá en tono fuerte pero amistoso, al tiempo que daba una palmada en la espalda a su hijo, y saludaba de mano y beso en mejilla a Elena.
El contraste entre el Sr. y la Sra. era bastante. Se notaba que la altura era de su papá y el carácter de su mamá, tierno y afable. Era una mezcla de las mejores cosas de cada uno. Elena pensaba en esto mientras entraban a la casa, yendo ella detrás, mirando a la madre de Carlos prendida de su brazo preguntándole todo tipo de cosas sin esperar respuesta.
La hacienda, si bien no era grande, era lo suficiente para alojar a toda la familia con sus respectivas parejas e hijos. Así había sido desde hace 80 años que la familia se estableció ahí. El acabado colonial con el toque de los azulejos azul marino de la talabartería poblana, hacían contraste con los rojos y cafés del barro y los terminados churriguerescos. Guardaba la esencia de lo antiguo con la renovación de los acabados químicos modernos. Las áreas comunes estaban decoradas con hermosos vitrales. Techos altos y habitaciones espaciosas, así como en el centro de todo, el patio con una hermosa fuente de estilo bizantino. Era una joya para cualquiera que gustara de la arquitectura y el arte. De igual forma, el mobiliario combinaba con el estilo de la casa y en los pasillos y la sala, decenas de fotos familiares colgaban de paredes y se posaban en los muebles. Mucha historia guardada.
- Bueno, ya que están aquí, es hora de empezar la celebración, pasemos al jardín, ahí están todos esperando - dijo el papá, después de acompañarlos a dejar las maletas en la habitación.
- Si hijo, ya están aquí tus tíos, tus primos y tu hermana con su familia - dijo su madre en gran excitación por la fiesta - incluso vino la tía Erendira y el tío Malcolm de Estados Unidos.
- ¡Wow! esta vez si lo hiciste en grande mamá, no sabía que vendría tanta gente - dijo el joven en tono alegre, ocultando su preocupación por Elena. Esta era demasiada presión para ellos que empezaban su relación. Enseguida volteo a verla, para darse cuenta que alegre platicaba con su padre sin ninguna reserva. - Bueno, vamos todos, que muero de hambre - dijo la joven con una mirada pispireta a Carlos.
El jardín estaba decorado hermosamente con flores y listones, las mesas estaban debajo de un gran toldo para que todos estuvieran en el mismo lugar, el ruido de la conversación dominaba el ambiente. Unas treinta a cuarenta personas se ponían al día después de tanto tiempo sin verse. La calidez y animosidad del ambiente era tal, que cualquiera que viera la escena se sentiría conmovido. Elena que recordó los días que vivía cuando estaba con su familia, hacia ya cuatro años que estaba sola en el mundo. Estaba a punto de sumergirse en su depresión cuando unos brazos cálidos la sujetaron por detrás, "aquí estoy", le susurraron al oído al tiempo que le daban un beso en la mejilla. Este simple gesto la lleno de calidez por dentro. Recargo su cabeza en su pecho y le dijo "gracias". El sabia lo difícil que era para ella estas reuniones familiares, las demostraciones de afecto y el sentimiento de soledad que reinaba en su alma. Sin detenerse mucho, la miro con una tierna sonrisa, " vamos" dijo con su cabeza, sujetándola de la mano. Se sentaron en el espacio entre la tía Erendira y la tía Ofelia, ambas mujeres de edad avanzada, como unos 70 años. A Elena le daban mucha ternura, ambas gemelas estaban separadas por los jóvenes mas guapos de la reunión, enseguida comenzaron con el bombardeo de preguntas, "¿son novios?, ¿cuando se casan?, son la pareja mas linda, ¿quienes son tus papas?¿tienes hermanas para mis sobrinos?, ¿cuantos hijos tendrán?"
La joven pareja, que buscaba un lugar donde evadir la platica incómoda, se encontraron frente a dos maquinas lanza preguntas. Sus caras de resignación, hicieron reír mucho a los que estaban cerca, todos habían huido de las gemelas "chisme", como las llamaban con cariño.
Por suerte, el padre de Carlos, levantó su copa invitándolos a un brindis en honor de su mama.
- Hoy es un día especial, un día que a mis 62 años jamas olvidare. El día que nació la mujer mas bella, mas tierna e indomable. Una mujer capaz de cambiar el mundo pero que en lugar de eso, decidió caminar a mi lado y construir nuestro hogar. Por eso, mi corazón, mi alma y todo lo que poseo, le pertenece. Te amo Cecilia.