Cinco horas de viaje habían llegado a su fin, era medio día cuando arribaron al rancho de "Los tecojotes", lugar donde vivían los padres de Carlos. No podría decirse que era un lugar pequeño, 50 acres representaban el "rancho baby", además de este, otros diez en diferentes partes del país formaban parte de la herencia familiar. Cada lugar había sido seleccionado estratégicamente por su tatarabuelo y su abuelo, formaban parte del comité de agricultura nacional y exportaban la décima parte del total de productos a países como Japón, Corea y Rusia. Mercados poco explorados pero con un gran potencial por las condiciones de terreno.
Claro, para Elena esto era irrelevante, siempre se vio como un ser independiente, cuya riqueza es solo decisión de ella, no de un matrimonio o " sugar daddy", tan de moda entre las jóvenes bonitas. Además, Carlos era simplemente la persona mas sencilla y humilde que hubiese conocido. De hecho, ella lo supo hasta que estaban en la preparatoria, por circunstancias poco convencionales.
- ¡Hemos llegado! - el coche atravesó un gran portón, vigilado por dos guardias, que al verlo, le sonrieron festivamente al "pequeño junior" de la familia Duran.
- Vamos a parar en la orilla del lago antes de ver a tu mamá, quiero estirarme y ver si aun siguen los patitos donald y daisy - la joven estaba emocionada de regresar a este lugar que era simplemente hermoso.
- ¿Estas de acuerdo conmigo que esos patos quizás ya no existan? No es que quiera romper tu burbuja pero ya han pasado 6 años desde la ultima vez.
- Ummm... no importa, quizás tuvieron bebes - su respuesta con aire infantil hizo que ambos se rieran.
Ya en el lago, una joven en bermudas de mezclilla, tenis y chamarra de mezclilla, estiraba sus brazos mientras frente a ella se expandía un lago tan grande como una plaza comercial del DF, solo que rodeado de arboles, pinos y sonidos de animales que se escondían alrededor.
Alguien la observaba detenidamente, mientras se recostaba sobre el cofre del coche, fumando un cigarrillo. Al verla sentía como su corazón se llenaba de una tibieza y ternura infinita. En su contemplación siempre deseaba protegerla cual figura de porcelana. Adoraba su forma de ser, testaruda y determinada con una combinación explosiva de ternura y comportamiento infantil que solo mostraba con las personas mas cercanas. Para él sólo había existido su amor por ella, desde que la conoció en la secundaria, incluso cuando se dejaron de ver, la guardaba como su mayor tesoro.
- ¡Mira! ¡Ahi están! - gritó la joven con gran excitación, mientras apuntaba con su dedo y con la otra mano le decía "ven rápido". Con cierta flojera, se levantó y camino tranquilamente hacia ella, tratando de ver lo que tanto señalaba. Justo cuando iba a decir " no veo nada", una bandada de patos silvestres salían detrás de los arbustos para meterse a bañar al lago, eran mas de 20. Unos hermosos espécimenes que estaban felices con su "cuak cuak".
-¿Recuerdas la primera vez que los vimos? Estábamos en tercero de secundaria, me trajiste aquí para olvidarme de Esteban y sus mongolas amigas jajaja - Elena recordaba con cariño los días de escuela, habían sido los mas felices antes de que todo pasara.
- Si, lo recuerdo bien, ese día te habían pegado un chicle en el cabello y tiraron tu mochila por el balcón. El idiota de Esteban no hizo nada y tu le diste una cachetada y terminaste con el, jaja, tenias un carácter indomable - se acerco a abrazarla pero ella de inmediato giro hacia el otro lado cuando adivino sus intenciones.
- Bueno, es hora de llegar, tu mama debe estar desesperada preguntándose si nos perdimos del portón a la casa.
- Espera... - su voz tenía un sentido de urgencia.
- ¿que pa... - no había terminado de decir la frase cuando Carlos la tomo de los hombros y besos sus labios. No era el beso tierno y tímido de siempre, estaba lleno de emoción y amor. Elena por un momento titubeó sin saber como reaccionar pero algo dentro de ella la hizo responder, querer sentir ese calor en el corazón, la sorpresa hizo que se acelerara su pulso y, sin darse cuenta, estaban abrazados besándose. Después de un lapso corto, sus bocas se separaron temblando, se miraron a los ojos. El quería decir tantas cosas, ella estaba en blanco. Solo la beso en la frente y tomo su mano para llegar al caro.
¿Porque se aceleraba su corazón? ¿Acaso lo amaba? El que siempre había sido como su hermano, compañero de batallas, que durante los tres años de recuperación la había cuidado. Solo había aceptado estar con el en esta relación como gratitud, por mas que se forzara a amarlo, sentía que estaba muerta por dentro. Pero, y ahora...