Linley también sostuvo firmemente la mano de Delia.
—El pináculo... cierto. Ese día definitivamente llegará, algún día.
Linley, en su corazón, siempre recordaría las figuras de Beirut y Dunnington. ¡Ellos eran sus metas!
De repente, una risita sonó a un lado.
Se giró para mirar, sólo para ver a Wade e Ina mirándolos en secreto. Al ver que Linley los había notado, los dos se retiraron rápidamente a sus propias habitaciones. Linley no pudo evitar reír.
—Wade, Nana, dense prisa y vengan. Cierto, Nana... tu padre y tu madre ya han regresado al Continente Risco Sangriento. Ahora se dirigen a la Prefectura Índigo. Probablemente, en un año más o menos, habrán regresado.
—¿Padre está a punto de volver?
Ina sacó la cabeza, una mirada de sorpresa y placer cruzó su rostro.
Linley rio y asintió. Como él y Bebe estaban vinculados espiritualmente, los dos podían detectar la ubicación aproximada de cada uno.