Desierto de Ferde, Costa Este
El clima estaba excelente. Una brisa fresca soplaba por la playa mientras los rayos dorados del sol adornaban el mundo de Firuman. Había muchas gaviotas tomando el sol a lo largo de la costa, y en lugares donde la marea no llegaba, había crecido una exuberante capa de vegetación. Incluso se podían ver algunos árboles meciéndose gracias a la relajante brisa.
—Oye, viejo, es hora de despertar. El sol salió.
Link caminó hacia la playa y pateó suavemente una pierna de esqueleto que salía de la fina arena blanca.
Unos segundos después, un sonido sordo sonó desde debajo de la arena:
—¿Viniste solo? ¿No temes que alguien sospeche de lo que estás haciendo?
Link era diferente de quien solía ser. Ahora cada una de sus acciones era escudriñada con cuidado. Le sería imposible ocultar su paradero, incluso si quisiera. Estos eran los problemas que enfrentaba alguien tan sobresaliente como Link.