—Cariño, te compré varios suéteres escotados, ¿por qué no usas ninguno? —preguntó Qin Chu mirando fijamente la bata de laboratorio de Huo Mian, pero sin poder ver nada jugoso.
—¿Cómo se supone que use algo tan revelador? —Huo Mian lo fulminó con la mirada.
—No debes usarlo frente a los demás, solo frente a mí. Si alguien más se atreve a mirarte, le arrancaré los ojos.
Qin Chu rio mientras colocaba su brazo alrededor de cuello de Huo Mian, la acercaba a él y rozaba su oreja gentilmente con su nariz. Él era muy gentil, y el cuerpo entero de Huo Mian empezó a picarle, como si una pluma le hiciera cosquillas en el corazón.
—Cariño...
Justo cuando Huo Mian sentía sus defensas caer, la puerta se abrió.
—¿Puede su comportamiento ser más apto para todo público a plena luz del día? —Gao Ran los miró con envidia. Zhu Linling estaba parada detrás de Gao Ran, riendo mientras cubría su boca con sus manos.