—Ni Yang, cálmate. Ella solo está aquí para verte. —Huo Mian intentó calmar a Ni Yang.
—Hermana Mian, conoces mi historia. No quiero decir nada más. ¡Quiero que se vaya! —gritó Ni Yang. Él nunca había estado tan molesto, su ira inclusive sorprendió a Huo Mian.
Xie Juan se agachó a recoger la fruta y la colocó en la ventana. Ella miró a Ni Yang con una expresión compleja en el rostro.
—No te enojes, ya me iré. Escuché que estabas enfermo entonces vine a verte. Espero que te mejores.
—Aún si muero, no es tu problema. No pretendas ser una buena persona aquí.
—Lo sé, de todas maneras, espero que te mejores.
Xie Juan no quería irse, miró a Ni Yang una última vez antes de marcharse tristemente. Huo Mian salió con ella.
—Sra. Xie, deberías decirle la verdad. Tal vez te odie menos.
Xie Juan sacudió la cabeza.
—Lo herí muy profundamente y lo debo demasiado. No intentes consolarme, no me lo merezco.