Huo Mian abrió lentamente sus brillantes y hermosos ojos. Su mirada estaba bañada en calidez.
Ella solo revelaría su lado femenino ante Qin Chu y nadie más.
¿Cuántas personas eran tan afortunadas de crecer junto a la persona a quien aman? Ella le había pedido un deseo a una estrella fugaz, aquella noche estrellada en la montaña Yunding. Cuando él le había preguntado que había deseado, ella no había respondido, porque para ella, todo eso no era más que un sueño encantador.
Dividido entre el sueño y la realidad, el cuerpo de Huo Mian se aligeró como si estuviese en una nube flotando. Al final, ya no podía distinguir entre la vida real y la fantasía. Exhausta, se quedó dormida profundamente.
A la mañana siguiente.
Eran las 7 AM cuando ella despertó. Luego de lavarse, bajó las escaleras. Qin Chu ya había preparado el desayuno y se encontraba viendo las noticias financieras en su teléfono.
—Buenos días.