El periodista continuó con las preguntas.
—Si lo que dijiste es real, ¿por qué no lo dijiste antes? ¿Y tienes pruebas de que David te robó los diseños?
—No —contestó Gong Shangze.
—Uhh...
La gente en la escena se quedó sin palabras. Los regaños y las críticas casi inundaron el servidor del sitio de streaming.
—¡Cielos! ¡Idiota! ¡Un verdadero idiota!
—Es plagio porque tú lo dijiste. Es robar porque tú lo dijiste. Es tuyo porque dijiste que era tuyo. ¿Puede tu padre ser mío sólo porque yo lo diga?
—No tiene que acusarlo así cuando está celoso, ¿verdad?
—¿Cómo quedó seleccionada esta pequeña marca? ¡Qué vergüenza!
[…]
David se mofó y se rio fríamente cuando vio la reacción de la multitud. Estaba muy emocionado. Tenía que agradecerle a ese tipo por acabar consigo mismo. Ya no tenía más problemas para preocuparse en el futuro.