Antigua residencia de la familia Lu.
Tesorito permanecía inmóvil frente al caballete, el horizonte de la puesta de sol a su lado. Su pequeña silueta parecía especialmente solitaria y lamentable.
—Tesorito, ¡ven a cenar ahora! ¡La abuela hizo tu pescado mandarín agridulce favorito! Tesorito... ¿Tesorito?
Después de que la señora Lu lo llamara unas cinco o seis veces, Tesorito finalmente reaccionó. Comenzó a empacar su caballete sin decir nada, y miró un par de veces más hacia la dirección que había estado mirando durante toda la tarde antes de entrar a la casa obedientemente.
La mesa del comedor estaba llena de varios tipos de platos chinos y occidentales.
—Tesorito, come más, ¿si? ¡Estos son todos tus favoritos!
—¡Sí, come más! Ven, deja que el abuelo te alimente.