—¿A dónde vamos? —pregunté.
—A un lugar que no adivinarás —Miguel tenía una sonrisa misteriosa en su rostro.
Debo decirlo; había despertado completamente mi curiosidad.
Nunca había tenido una cita antes y estaba deseando ver a dónde me llevaría Miguel.
Seguí preguntando a Miguel en el coche a dónde íbamos, pero Miguel mantuvo la boca cerrada y esquivó mis preguntas.
Seguí haciendo todo tipo de suposiciones, pero Miguel no me daba respuestas positivas ni negativas, y podía decir por las comisuras de su boca que estaba disfrutando de mis preguntas.
Quería sorprenderme, y se suponía que era un buen momento, pero sentí que de alguna manera me había irritado el silencio de Miguel, y bajé la ventanilla para dejar que el viento frío calmara mi mente.
Esta era mi primera cita y quería que todo fuera perfecto.