AZAR (Diez años, hace trece años)
El sol brillaba fuertemente, golpeando duro contra mi piel. Mis heridas me dolían mucho, heridas que había sufrido por el panadero en la panadería donde había robado un pan. O al menos, lo intenté porque el panadero me atrapó y me hizo pagar caro. Me golpearon con el palo giratorio y luego pusieron una plancha caliente en mi espalda.
Había gritado y suplicado por ayuda, pero nadie me escuchó ni se molestó en mirarme dos veces, después de todo, yo era un ladrón. Finalmente me echaron de la tienda y me dejaron en las calles. Hambriento y deshidratado, vagaba por la calle, tratando de buscar a alguien que me mostrara misericordia o compasión, pero nadie lo hizo.