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Los miembros de la tripulación presentes se quedaron sin palabras.
Nunca habían visto a una mujer tan descarada y sin vergüenza antes.
—¡Esta escena debe ser transmitida, definitivamente aumentará la audiencia! —exclamó uno de los técnicos.
Jerry se frotó las sienes, hinchadas y doloridas. Se dio cuenta de que cada vez que intentaba hacerle la vida difícil a Yan Jinyi, solo acababa obteniendo una emoción para sí mismo.
—No, enojarse me hará doler el hígado —murmuró para sí mismo.
—Jinyi, entonces contaré contigo —dijo Jerry.
Yan Jinyi hizo una señal de acuerdo al azar.
En efecto, tan pronto como Jerry y los demás se fueron, Qin Peipei se acercó.
Con una flor en la mano, dijo con una sonrisa coqueta:
—Hermana Jinyi, nos gustaría invitarte a una fiesta de fogata. No te preocupes, juramos que no te atacaremos por sorpresa.
—No me interesa —respondió Yan Jinyi, con una cola de zorro verde al azar que tomó del suelo en su boca.