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Hoy era uno de esos días raros en que Kate llegaba antes de lo habitual a su trabajo. Desde que Rafael le dijo que ella se ocuparía del café en el edificio, había empezado a esforzarse por ganarse el corazón de sus jefes.
Hoy simplemente intercambió saludos cordiales y se fue a su asiento. Sorbiendo su café caliente, miró fijamente la pantalla de su portátil.
Tenía que finalizar el informe del menú. Todos los chefs lo habían entregado excepto ella. Dean se lo había recordado sutilmente, pero ella lo había estado postergando por algún tiempo.
Hoy quería terminarlo.
Sin embargo, por más que intentaba estar atenta, su enfoque seguía desviándose. Después de pasar horas sentada en su asiento, sentía como si su trasero se hubiera convertido en piedra. Esa niebla mental no la dejaba trabajar.
—Hey, Kate. ¿Cómo va todo? —preguntó Shang-chi al pasar por su escritorio.