—Sí, estaba molesta.
—No, la razón no era la salsa de fresa.
—Entonces, ¿qué podría ser? ¿Porque se había enamorado perdidamente de él o porque empezaba a sentirse excitada solo con pensar en él?
—El lugar donde estaba sentada tenía una rama que se balanceaba justo cerca de su cara, causando una sensación de hormigueo.
—«Todo el mundo piensa que soy hermosa...», le dijo a la rama con una sonrisa burlona, «Excepto él».
—Agarró la rama, rompió una ramita y luego la dejó colgando en el aire.
—Los turistas solían disfrutar de su tiempo aquí, pero les decían que se quedaran dentro de casa después de la tarde. Sin embargo, a los aldeanos les resultaba familiar lidiar con serpientes y otros reptiles.
—Se estaba haciendo más oscuro, pero ella no tenía miedo. Se crió aquí. Este verde pueblo en medio del bosque era su hogar.
—Ahora mismo, su alma necesitaba esa oscuridad, envolverla en su interior. Quería esconderse del mundo.