Al día siguiente, Basil Jaak, como se había acordado, tomó un taxi hacia la puerta principal de la empresa.
Al no encontrar a Jessica Flack cerca, Basil sacó su teléfono.
—¿Has llegado? Oh, está bien, bajo enseguida —Jessica colgó el teléfono de inmediato.
Unos dos minutos después, Jessica Flack apareció ante los ojos de Basil, vestida con un rompevientos negro y arrastrando una maleta negra, con un atractivo halo sobre ella, similar al de la hada del Palacio de la Luna.
Arrastrando la maleta hasta Basil Jaak, Jessica, con un gesto, le entregó las llaves del coche e instruyó:
—Conducirás tú. Vamos directo al aeropuerto.
—¿Solo nosotros dos? —preguntó un desconcertado Basil Jaak.
—¿Cuántos crees que deberían ir? —respondió Jessica con calma.
—Bueno, creo que por lo menos deberíamos traer a la Secretaria Amanda —respondió Basil.
Jessica lanzó una mirada a Basil y de repente se rió:
—Me hubiera gustado, lamentablemente, la empresa solo reembolsa por dos.