—¡Zas! —El sonido crujiente de una bofetada resonó abruptamente. No solo May quedó atónita por la bofetada de Debby Sutton, sino que los espectadores también se quedaron conmocionados.
Nadie esperaba que una mujer tan delicada, visiblemente embarazada, de repente abofeteara a otra mujer en la cara.
Basil Jaak observó a Debby Sutton y bromeó, con amargura:
—Señorita Sutton, sigues siendo tan ardiente como siempre. Ni siquiera el embarazo puede calmarte.
—Debby Sutton, ¿cómo te atreves a golpearme? —May se había recuperado del shock y tocó su ardiente mejilla, preguntando con enojo.
Debby Sutton habló con calma:
—Solo te estoy enseñando respeto. Sea vergonzoso o digno de elogio, cualquiera que sea mi pasado, es asunto mío y no tiene nada que ver contigo. Si sigues chillando y gritando, no solo te golpearé, te demandaré.
Aunque su voz era suave, su presencia aumentó dramáticamente.