Como de costumbre, las azafatas se hospedaban en el hotel más cercano al aeropuerto, esperando su vuelo de regreso al día siguiente.
Lily estaba parada desoladamente frente a la ventana, con un patrón de tristeza en su corazón.
—Lily, ¿sigues pensando en él? —preguntó Candy, una azafata que compartía la habitación con ella, dándole a Lily una palmadita en el hombro.
Lily asintió con decaimiento, luego se volvió hacia Candy y preguntó, —¿Soy realmente fea?
Candy se sorprendió y de inmediato estalló en una sonrisa resplandeciente, —Lily, ¿estás bromeando? Si te consideras fea, ¿qué somos el resto de nosotros? Eres la más bonita y la más inocente entre nosotros.
Lily infló sus mejillas, cada vez más molesta.
—Entonces, ¿por qué está tan ansioso por deshacerse de mí, sin siquiera dejarme un solo número de teléfono? —preguntó además Lily.